Noche catalogada de «sabiduría» en un teatro
Albeniz que se llenó para admirar el flamenco espectáculo
de Paco del Pozo y Calixto Sánchez. Y el buen gusto y sabiduría
de doña Carmen Linares, que recogió el premio «Calle
de Alcalá».
Comenzó el espectáculo saliendo al escenario el cantaor
Paco del Pozo, acompañado de Jerónimo Maya. Comenzaron
por soleá, para posteriormente pasarse a las alegrías.
Lo siguiente serían unas mineras (su mejor palo) a las que
siguieron unas seguiriyas. Para cerrar oficialmente, unos cantes
por bulerías rematados por aquel poeta que lloró popularizado
por Bambino. Cierre extraoficial por tonás en primera línea
del escenario entre ovaciones. A destacar de Paco que es un cantaor
joven, con voz potente y profesional en cuanto a conocimiento respecto
a lo que hace. Quizás le sobre ego, el creerse a sí
mismo alguien de gran importancia, que quizás si es alguien
importante… pero no es ese el planteamiento. Por lo demás,
realmente a pesar de ser un gran actor mostrando sabiduría,
se nota demasiado que no lo ha vivido. Lo cual no es mala señal,
puesto que Paco es bastante joven y su carrera como cantaor seguramente
no haya hecho más que empezar. Con el tiempo se dará
cuenta de ciertos aspectos como parece ser que se va dando cuenta
El Cigala con bastante acierto según se vio la jornada anterior,
el grito impresiona, pero el sentimiento se recuerda. Paco ya tiene
más o menos la sabiduría enciclopédica, que
no es poco, ahora solo falta que pasen los años y se de cuenta
de muchas cosas.
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Paco del Pozo & Jerónimo
Calixto Sánchez
Respecto a Jerónimo Maya, lo mismo pero con la guitarra.
Una guitarra explosiva, de velocidades, de espectáculo. Consiguió
hacer verdaderas maravillas, sobre todo en las alegrías y
en la seguiriya. El problema está en que todo lo ve desde
el punto de vista de la espectacularidad. Es cierto que te puedes
lucir en un palo que da bastante juego al tocaor como son las seguiriyas,
por ejemplo un especialista en seguiriyas es Niño Jero, que
también añade algo de velocidad y espectacularidad
pero sin perder el aire sentimental del palo en cuestión.
Estoy seguro que con los años Jerónimo también
se dará cuenta de esto. Reconozco que es uno de mis tocaores
favoritos, y que con el tiempo llegará a la etapa de madurez,
en la cual le habrá servido mucho todo lo ocurrido en esta
etapa de espectáculo por lucimiento que está viviendo.
Posteriormente llegaron al escenario Calixto Sánchez
y Manolo Franco. Con aires de Mairena y planteamiento doctrinal
comenzó por levante, se fue a la soleá, hicieron con
gusto una milonga, seguiriyas, cantiñas (lo mejor junto a
la milonga) y para terminar el típico fandango de lucirse
cuando no hacía falta puesto que ya se sabe de sobra quien
es Calixto. Es cierto que parecía frío, y esa impresión
fue siendo cada vez menor mientras se sucedían los cantes.
Pero por lo que resulta a veces incluso entrañable este señor
no es por su cante, sino por las tablas y sabiduría que demuestra.
Es cierto, no es un cantaor que invoque sentimientos fácilmente
(aunque anoche hubo momentos que incluso lo consiguió), pero
eso.. ¿qué mas da?. También son necesarios
los cantaores que canten con corrección y enciclopedismo.
Por eso mismo es posible que los fandangos del final en plan de
búsqueda de una ovación sentimental sobraban. El toque
de Manolo Franco, emparejado con el cante de Calixto. También
de profesionalidad y conocimiento, pero ausente de personalidad
y sentimiento.
Después de la pausa, llego el momento de ella, la gran
señora. De manos de gente como Félix Grande, Caballero
Bonald o Álvarez Caballero, doña Carmen Linares recibió
con su habitual sentido de humildad que demuestra la autentica grandeza
el otorgado premio «Calle de Alcalá». Y comenzó
su espectáculo…
Tonás con el contrabajo de Pablo Martín. El mismo
gran músico del «Acoustic jazz trío», imprescindible
formación para los amantes del jazz contemporáneo.
Llegado ya todo el grupo doña Carmen seguía desplegando
su cante, al compás de una percusión basada en soleá
con aires de ida y vuelta respecto al oriente pero con acento africano
ejecutada con originalidad y acierto por Ángel Sánchez
«Cepillo». La guitarra del maestro Gerardo Núñez,
unificador de tendencias pero con clara personalidad y auténtico
referente actual, es tan grande que cualquier comentario se quedaría
corto. Simplemente excelente. Buen apoyo de guitarra de Jose Manuel
León, por supuesto.
Y así llegaron los aires porteños por milonga. Bulerías
con gusto, porque Carmen y sus músicos suenan al mismo tiempo
a innovación y a tradición. Que grandes sonaron las
romeras «palma y corona» con un acertado coro. Posteriormente
unos aires de levante magistrales en cante y toque.
Cabe destacar la presencia en las gradas de un cierto número
de flamencólicos, que por efectos de una autoatribuída
autoridad, no se privaban de comentar en voz bastante alta lo que
allí sucedía. En uno de los mejores toques por levante
que he podido escuchar en bastante tiempo, estos señores
empezaron a gritar que cuando iba a empezar el cante flamenco de
verdad en vez de tanta guitarra. Señores, si eso no era flamenco,
yo soy la reina de Inglaterra. Posteriormente a la seguiriya llegó
una despedida por bulerías con todo el grupo. Escándalo
de este sector del público que al ver aparecer a los músicos
gritaron cosas del tipo «ahora haz una rumba o unas sevillanas
si te jode». Creo que esto es algo demasiado fuerte, intolerable
y de escaso respeto hacia los artistas y hacia el público.
Como si quisiera hacer una rumba doña Carmen, seguro que
la haría perfectamente y como poca gente. Pero no quiero
dejar de reseñar la actitud de esta gente, no son comportamientos
solamente indignos de un aficionado flamenco, sino de cualquier
tipo de persona. No importa la edad o condición que se tenga,
pero son conductas inadmisibles, seguro que fuimos bastantes los
que nos sentimos dolidos por las expresiones de estos pseudoflamencos.
Por fortuna, era solo un grupo de diez o doce integrantes pero que
hacía mucho ruido.
Más contundentes aún fueron los aplausos a esta grandísima
señora que se merece todo el reconocimiento posible, tanto
por su profesionalidad, como por su personalidad, como por su arte.
Unos momentos después, a doña Carmen le esperaba otro
más que merecido premio en Casa Patas. En definitiva, el
título correcto de la noche hubiera podido ser «espectáculo
y sabiduría».