Tomatito y su grupo volvían a Madrid con el concierto que
últimamente ofrece el almeriense. Si gusta a los que ya lo
han escuchado más de una vez, imaginamos que por descontado
a los que lo disfrutan de nuevas, porque sus interpretes siempre
cumplen con nota en sus actuaciones. Primero protagonismo absoluto
de Tomate con el taranto para que se aprecie su toque en solitario,
ese que le hace ser uno de los guitarristas más admirados,
luego demuestra la flamencura de su guitarra en la bulería
y va saliendo su grupo: Paquete (mandolina y segunda guitarra),
Diego Amador (bajo), Bandolero (percusión), Bernardo Parrilla(violín),
Potito (cante y palmas) y Joselito Fernández (palmas y baile).
En los tangos queda patente que sus músicos son los más
flamencos que hay en lo suyo, demostrando que se puede canalizar
este arte a través de un violín, una mandolina o un
bajo. Tomate mira a Paquete a su derecha, mira a Bernardo Parrilla
a su izquierda, todo un alarde de compenetración el que tiene
con su acompañamiento. El tango argentino un mano a mano
entre violín y guitarra, lo tocan como si fuera fácil.
Potito pone su cante tan gitano a tangos y bulerías y Joselito
Fernández su buena planta en su baile por bulerías.
La rumba es el remate. El comentario es unánime llegado el
descanso ¡qué bonito!
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Tomatito y grupo
Tomatito con Bernardo
Parrilla
La sorpresa de la noche fue el cante de Curro Piñana bien
acompañado al toque por su hermano Carlos. Curro empezó
por los cantes de su tierra que dejo claro conoce bien y domina,
primero cantó un Taranto personal rematado en cartagenera
y posteriormente una murciana rematada en levantica. Curro cantó
muy bien, midiendo su cante, a veces susurrándolo, dulcificándolo
y dando su justa medida a los cambios de tono. La nana que realizo
fue preciosa, también hizo bien la soleá que aclaro
estaba basada en un poema de Miguel Hernández y excepcionalmente
interpretó la guajira, a veces diciéndola en el acento
cubano, otras resaltando las letras picaronas, de forma muy personal,
lo que caló bastante en el público.
Un cante totalmente distinto es el de Duquende más camaronero
basado en el quejido, cuya capacidad de recrearse en él es
su punto fuerte, aunque en esta ocasión no dio todo lo que
él es capaz. Tras el taranto y la soleá destaco más
en los fandangos y si dio mejores muestras de su estilo en tangos
y bulerías.
