Montse Cortés posee una voz con un acento flamenco excepcional
y ayer en la segunda edición del festival flamenco de Madrid,
se aprecio además que su cante va ganando con la experiencia.
Siempre cumple Montse bien con su repertorio donde afronta valientemente
los cantes más serios como el taranto, la soleá o
la seguiriya en los que percibimos que va incorporando nuevos matices.
También realizó con un aire muy personal cantiñas
y tientos- tangos dando muestras de que se va enriqueciendo su formación
cantaora, que sin duda es lo suyo para dejar de ser una promesa
y convertirse en una reconocida figura y si sigue así Montse,
tímida al hablar al público, pero no en su cante,
conseguirá este objetivo. La cantaora catalana junto a Diego
el Cigala son dos de los jóvenes cantaores gitanos que fieles
a sus esencias dan un aire nuevo a su cante. Ambos cuentan con un
amplio numero de seguidores, sobre todo el cantaor madrileño.
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Montse Cortés
Diego El Cigala
& Niño Josele
Con poco que haga Diego provoca los jaleos de su público.
Empezó por martinetes y canto un bonito guaguancó
por bulerías con esa voz tan flamenca que posee más
grata aun al oído cuando le da un toque de dulzura, en la
soleá y en la minera destacó casi más, su habitual
guitarrista el Niño Josele que arrancó los oles y
aplausos del auditorio cuando hacia alarde de su toque. Sin duda
el fandango es el palo de Diego donde siempre da lo mejor de sí
y más cala su voz, unos tientos terminados por tangos dejaron
entrever las interesantes novedades que suele introducir en algunos
de los palos que canta. Generoso en su cante no escatima en su repertorio,
pero a veces cae un poco en la monotonía como en las bulerías
que cerraron su recital, aunque luego uno de sus quejidos nos saque
de ella.
Quizás porque la primera parte se había extendido
demasiado y tras unos minutos de descanso, la actuación del
bailaor Javier Barón transcurrió de forma trepidante.
Se anunciaba en el programa las colaboraciones de Diego Carrasco,
Manuel Soler y el recitador José Luis Ortiz Nuevo por lo
que se podía sospechar que iba a representar algún
fragmento de su último espectáculo «Dime»
que tan buena aceptación tuvo por crítica y público
en la Bienal de Sevilla, pero su recital se quedó en dos
palos soleá con martinete incluido y bulerías con
los que tenia el reto de mantener la atención el público
que ya empezaba a abandonar sus butacas. Con algunos, se intuye
los más madrugadores, no lo consiguió, pero Javier
bailo bien, con su estilo habitual, sobrio, pero con pellizco, conservando
la esencia del baile de varón, sin abusar del zapateado,
pero haciendo un buen uso de él, medido, dando sensación
de ser sencillo, sin serlo. No había tiempo para más.
