Antonio Reyes y Rycardo Moreno nos sumergen en una experiencia como las de antes.
Hay conciertos que hacen afición y hay lugares que también. Vuelvo al Café Berlín después de dos años y medio de ausencias y me pierdo “La leyenda del tiempo” la primera que han hecho Antonio Reyes y Rycardo Moreno. Me lo dicen oídos de confianza. Es la primera vez que se encuentran guitarrista y cantaor y se produce el milagro del flamenco de toda la vida. Una guitarra y una voz, no hay una combinación más potente (e inmersiva). Cuando bajo las escaleras Antonio está cantando por alegrías y te invaden los ecos de Camarón y de la bahía. Hay dos palmeros que asisten al encuentro con las sonrisas de las grandes ocasiones y que subrayan el compás en los momentos cruciales. Si no te gusta esto así difícilmente te vas a aficionar al flamenco. Podrás ir a los shows de Rosalía o podrás escuchar cantar por bulerías en los de C Tangana pero te perderás la esencia de este arte.
Estamos en el V festival flamenco de Club, un esfuerzo que hace el Berlín por ofrecer conciertos únicos en su ambiente. Hay docenas de clubes interesantes en Nueva York, París o Londres. Cada uno tiene su sello, su aroma y su ecosistema. El bar de al lado del Rock Ola, el gallego de enfrente del Suristán, el restaurante junto al Ronnie Scott, los pinchos de tortilla a la vuelta de la sala Revolver, la sonrisas de Germán Lopez en el Clamores o los silencios durante los conciertos de Riqueni en el Berlín. Cada club tiene su historia y sus leyendas; eso no lo encuentras en la comodidad de un teatro.
Durante el descanso en los camerinos Rycardo le dice al cantaor “parece que nos hemos criado juntos” y luego repasa los hallazgos de la primera parte “la falseta del Gastor se me ocurrió anoche cuando dormía”. ¿Sueñan los tocaores con falsetas eléctricas? Parece que Rycardo sueña en muchas direcciones, en la electrónica, también. Ha hecho un disco hermosísimo de guitarras con el turco Cenk Erdogan que aún no ha sido presentado en España. Ahora añade electrónica a la cantaora Fernanda Peña el penúltimo eslabón de los Peña, la saga de Lebrija que se ha caracterizado por mantener el clasicismo y la renovación, a la vez. Rycardo siempre ha ido más allá, a buscar los gritos y las esencias y con cada aventura siempre ha aportado algo nuevo.
Antonio Reyes Montoya es de Chiclana (Cádiz) y durante los últimos años se ha destacado como una de las voces de primera línea. A destacar su disco junto a Diego del Morao grabado en directo en el Círculo Flamenco de Madrid y “Que suene el cante” (2020) en el que repite con el Morao.
Rycardo comienza la segunda parte con una introducción en solitario a las seguiriyas que Antonio interpreta con el alma antigua y una afinación de lujo. Suena raro que suene tan bonito porque los antiguos nos han acostumbrado que abordan ese cante desde las gargantas heridas por la vida, ya fueran Tío Borrico o Agujetas. Concentrado en la tarea, Antonio se dirige por primera vez al personal para preguntar que qué les apetece escuchar y nos caen una tanda larga de bulerías que da gloria oírlas porque hay referencias camaroneras y Rycardo construye su parte con un espíritu minimalista que deconstruye casi todos los sonidos legendarios de Tomatito. Es eso, o lo he soñado, que este flamenco si que es una experiencia inmersiva y no el cuento ese del metaverso.
Fotografías & vídeo: @Manjavacas.flamenco
Debe estar conectado para enviar un comentario.