Jornada de estrenos en la Biennal bajo el epígrafe “esto no es flamenco” y buscamos la Oreja perdida de Van Gogh
José Manuel Gómez Gufi
Hay días que no estás para nadie, te molesta el chirimiri, te equivocas de restaurante, las bicis te parecen un peligro y ni siquiera te inspiran los aromas de Amsterdam. En uno de esos días no interesa hacer crítica musical, no conviene si quieres mantener el buen karma con el universo. Ya saben que las críticas negativas son muy agradecidas y el español contiene una inmensa variedad de insultos e improperios.
Se presenta un libro sobre el tocaor Tino Van de Sman, asiste el payo Humberto, me lo pierdo. El día se titula “esto no es flamenco” y llego al concierto de de Tony Roe al piano y José Quevedo “Bolita”, guitarra; me dicen que se cayeron bien hace 4 años cuando compartieron en una banda de jazz. Juntos practican algo que no es ni jazz ni flamenco, una suerte de “new age” en la que cada uno dibuja paisajes sonoros en los que se cruzan los caminos sin ganas de pelearse. Bonito.
“Luminescencia” es el proyecto de Amir Elsaffar trompetista de jazz de origen iraquí que está buscando una vereda personal. De momento tiene a un batería fantástico –Pablo M. Jones, que también va con La Tremendita- que sí que hace flamenco y con una sonoridad muy de ahora, tiene a Gema Caballero que canta estupendamente y a la bailaora Vanessa Aibar que luce espléndida en la guajira aunque luego se vuelve contemporánea.
¿Cual es el lío de las fusiones? Pues se trata de comunicarse en un lenguaje común. En Amsterdam casi todo el mundo habla inglés, Bolita y yo hablamos un inglés/apache que nos sirve “pa” comer y “pa” pedir una cerveza, pero nuestro nivel literario es como un cuadro minimalista.
Golpear con un palo ¿es cultura?
Se estrena ¡Kick-pluck-Planta-Tacón-Tap-Clap-Clack! Y uno tenía unas ganas locas de ver de nuevo a Eduardo Guerrero que me fascinó en “Onírico” en el Corral de la Morería. Hace un primer baile prodigioso con lámparas, el grupo de percusión esta en una esquina presionando los interruptores -¡eso hay que enseñarlo!- Luego aparece un tipo con un charango y se van a una mesa.
¡grrrrr! Uno puede aceptar que este grupo de la Haya (Slagwerk Den Haag) es una espectacular formación de percusión… pero para eso: ¡que llamen a Tomasito y nos de gloria! Que fue lo que dijo Lola Flores hace media eternidad. Por la tarde Eduardo ha ofrecido una lección de cómo poner flamenco en una hora y varias docenas de holandeses se ponen en posición. (En realidad debería haberle dado el curso a los percusionistas). Lo digo sin acritud.
Eduardo Guerrero se guarda la flamencura encima de la mesa para no abusar y luego sale la banda dandole al palo con otro palo, suena a campanario. En el número final el grupo saca quijadas de burro, un instrumento de percusión muy habitual en Colombia que le añade un sabor peculiar a la cumbia. En manos holandesas es un espectacular numero que pone muy cachondo al personal. Yo estoy estupefacto, si sacan ese instrumento es para ponerme a bailar cumbia como una loca (como con Totó La Momposina este verano) si se ponen a hacer compás sobre una mesa quiero que me revienten los oídos en unos jaleos por tangos o por bulerías. Pa ver fuegos artificiales me voy a la China… o mejor me voy a busca la oreja de Van Gogh que estoy en el sitio.
Galeria fotográfica por © Foppe Schut