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Baile: Isabel Bayón, Fernando Romero.
Cante: Miguel Ortega, Vicente Gelo. Guitarra: Jesús
Torres, Paco Arriaga, Manuel Pérez. Chelo:
Gretchen Talbot. Percusión: Nacho López.
El gran evento del sexto día del Festival de Jerez
fue la llegada de Farruquito y la rueda de prensa en la que el bailaor
explicó brevemente la propuesta que la noche de jueves llenará
el Villamarta hasta la bandera, y dejará a muchos esperando
fuera por si alguna entrada se vendiera por ahí. El joven
maestro comentó que al ver bailar al más pequeño
de la familia (porque vienen en una variedad de formatos), se entiende
lo que representa la familia y las raíces. Cuando uno le
preguntó si le gustaba más bailar con una guitarra
o varias, contestó: “soy capaz de bailar con media
guitarra” y no sonó a arrogancia, porque sabemos de
sobra que es así.
La
segunda cita del día fue con el guitarrista Santiago Lara
y su hermano José en la Sala de la Compañía
donde ofrecían su versión del flamenco más
actualizado, y de allí llegamos al venerable Villamarta para
la gala principal, esta vez a cargo de la bailaora sevillana Isabel
Bayón.
El arranque promete mucho. La aparición informal en escena
de los artistas como si de un ensayo se tratara cuando todavía
no han apagado las luces y la gente se está acomodando, inmediatamente
proyecta naturalidad controlada y afirma un deseo de romper moldes.
Intrigante propuesta que nos dispone a prestar máxima atención
mientras se van atenuando las luces.
Esta presentación conduce a una malagueña bailada,
empezando por el cante más clásico, la segunda vez
en lo que va de festival que se baila este cante libre, pretexto
para entrar en un ritmo abandolao que se transforma sin esfuerzo
en su prima rítmica, la bulería, y la primera en muchísimos
años que escuchamos la malagueña folclórica
que conduce a un final donde los músicos logran imitar el
sonido primitivo de esta música poco aprovechada. Isabel
lleva desde niña chica bailando la rondeña y le ha
servido de punto de partida para construir un admirable y eficaz
guiño a las raíces.
Naturalidad controlada y el deseo
de romper moldes
Empieza a estorbar la rigurosa oscuridad de trajes negros sobre
telón de fondo negro, moda de los últimos años
que refleja un deseo desorbitado de alejarse de cualquier detalle
que pudiera delatar la “España de la pandereta”,
pero las profundidades se exploran más convincentemente mediante
la música y el baile en sí. No obstante la Bayón
ha comprendido la necesidad de proyectar una imagen amena, y la
bailaora que antes rara vez apartaba la mirada del suelo, ahora
lanza su hermosa sonrisa hacia el respetable.
Un solo de guitarra, admirable a pesar del sonido menos logrado,
conduce a otro palo que se está rescatando desde hace algunos
años, la soleá apolá, incluyendo el polémico
cante de Charamusco. Tangos que se llaman marianas incluye algún
verso extremeño pero emplea poco cante en general. Un paso
de dos por romance de la Bayón y Fernando Romero donde bailan
juntos pero nunca comunicados. Los dos cantaores cuyas voces hacen
juego, lucen espléndidamente con el sonido del chelo y dan
la nota más flamenca de la presentación.
Hay gran belleza en esta obra y se nota una esmerada atención
a los detalles, pero nunca se cumple la promesa del interesante
comienzo y se mantiene un ritmo excesivamente nivelado, sin contrastes,
frío inclusive. Como dijo uno al salir del teatro, “tanto
esfuerzo para decir tan poquito”.
A medianoche Diego Núñez, El Cabrillera, Paquito
Jerez y María Ángeles Nieto ofrecieron una imagen
más tradicional del flamenco en la Peña La Zúa,
y volvemos a casa otra vez bien despachaditos.
Texto : Estela
Zatania
Programación
Teatro Villamarta
De Peña en Peña:
Trasnoches, De Peñas, Peña
de Guardia
Otros ciclos
de espectáculos (Gloria Pura,
Bordón y cuenta nueva, De la Frontera, Café Cantante,
Sólos en Compañía)
Actividades
complementarias
Área
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