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Artistas invitados: Belén Maya, Rafaela
Carrasco, Alejandro Granados. Bailarinas: Coral
Benítez Oroz, Mariana González Gollado, Mayte Beltrán
Hernández, Estefanía Martínez Puyol, Rocío
Martín Pérez. Bailaoras: Anabel Álvarez
Moreno, Silvia Lozano Cervera, Lucila Guiote González, Sandra
Guerrero Toril, Esther Vélez Carvajal. Bailaores:
Raimundo Benítez González, Iván Vargas Heredia,
Miguel Ángel Becerra Delgado, Juan Carlos Simón Burgos,
José Manuel Galván Jiménez. Cante: Antonio
Campos, David Lagos. Guitarra: Emilio Maya, Marcos
García, Jesús Torres.
Los años setenta fueron años de cambio y
evolución para el flamenco y fue en aquella época
que Mario Maya hizo para el baile lo que Camarón y Paco habían
hecho para el cante y el toque. Puso de moda las obras con contenido
político y contestatario siempre en defensa del pueblo gitano,
e introdujo nuevos conceptos de montaje y escenografía. El
día 28 de febrero, Día de Andalucía, su espectáculo
“Un, dos, tres faaa…” casi llenó el jerezano
Teatro Villamarta y nuevamente pudimos comprobar que su gusto vanguardista
sigue intacto.
La presentación empieza con un largo discurso que ofrece
Mario mientras que los miembros del numeroso grupo le escuchan sentados
en el suelo, seguido de breves muestras del baile por soleá,
por siguiriya y por bulerías. Este ambiente de academia de
baile es la tónica para toda la obra, con resultados irregulares.
Gran parte del espectáculo es bailado a música de
grabaciones antiguas de Diego Carrasco, mientras que dos guitarristas
y dos cantaores se quedan observando, esperando los momentos de
sus intervenciones.
Belén Maya, hija de Mario, y Rafaela Carrasco bailan a duo
por alegrías haciendo gala de su manejo de la bata de cola,
artilugio que vuelve a estar de moda después de años
de abandono gracias a los esfuerzos de maestras de baile como Matilde
Coral, Milagros Mengibar o Merche Esmeralda. Un baile del grupo
entero, nuevamente a una grabación de Diego Carrasco transmite
poco y la coreografía delata que ha sido montado para una
clase de baile – catorce o quince personas bailan hacia el
público sin interaccionar con los compañeros.
El alivio del solo de Rafaela Carrasco hace para la malagueña
libre lo que Manuela Vargas hizo para la petenera de Pastora, poniendo
movimientos a un cante sin ritmo, y acaba con cante abandolao. Es
un baile curiosísimo con posturas abstractas pero que es
muy bien recibido por el público. A continuación un
número del grupo contiene destellos que llevan el sello de
obras anteriores de Mario con imágenes que sugieren la opresión
social.
Baile fresquísimo
y original a la vez que rigurosamente tradicional
Pero de pronto soleá apolá y caña por un señor
bailaor que no necesita ni trucos teatrales ni argumento para expresar
su considerable arte, nos devuelve al amigo flamenco que había
estado esperando con paciencia para lucirse. Hace algunos años
que Alejandro Granados está dando la nota y al igual que
Farruquito y unos pocos seres excepcionales, logra un baile fresquísimo
y original a la vez que rigurosamente tradicional. Sus andares son
totalmente originales y su baile es impresionantemente masculino
a la vez que minimalista, y debido a su sorprendente sentido del
compás, logra conmover a los presentes con gestos casi imperceptibles
realizados en su instante preciso. Proyecta flamenquería,
sensibilidad y seriedad pero también tiene un exquisito sentido
del humor que nunca es delatado por su rostro que permanece inmutable.
El flamenco, cuando es de alta calidad, tiene un atractivo irresistible.
Otro número del grupo a música enlatada, y una original
bulería, “Dos barrios, Sacromonte y el Bronx”
mezcla estéticas convincentemente. Mario ofrece la pincelada
de pies, sentado en una silla, que llegó a ser su sello,
y su hija Belén realiza un baile a piano grabado que resulta
quizás demasiado cerebral después de la fuerza de
la espontaneidad comedida de Alejandro Granados.
una obra digna con marcado abuso de la música grabada y cuyo
mayor atractivo son los contrastes: lo vanguardista con lo tradicional,
veteranía y juventud, solistas y bailes en grupo y sobretodo,
la fuerza del flamenco auténtico frente al “transflamenco”.
Después, en la Bodega café cantante otra pieza clave
de la época del cambio. Lole, la de Manuel, empezó
con un conjunto de música árabe, y luego con guitarra
recordaba temas de éxito además de ofrecer tapitas
de canciones en preparación, todo con su frágil voz
y dulce personalidad.
Texto : Estela
Zatania
Programación
Teatro Villamarta
De Peña en Peña:
Trasnoches, De Peñas, Peña
de Guardia
Otros ciclos
de espectáculos (Gloria Pura,
Bordón y cuenta nueva, De la Frontera, Café Cantante,
Sólos en Compañía)
Actividades
complementarias
Área
Formativa y Talleres