Texto & fotos: Estela Zatania
Viernes Flamencos, 22 de julio, 2016. 2230h. Alcázar de Jerez de la Frontera
Y en algún lugar, el viejo Farruco sonreía con orgullo
Baile: El Carpeta, La Farruca. Cante: Ezequiel Montoya, Juan Fernández «El Negro». Guitarra: Raúl Vicenti. Bajo eléctrico: Melchor Borja. Percusión: Fali del Eléctrico. Artistas invitados: Farruquito, Farruco.
La noche del viernes, 22 de julio, 2016, en Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz, España, planeta Tierra, a las diez y media de la noche, el pronóstico era cielo despejado, vientos del suroeste, 28 grados de temperatura y la posibilidad de violentos temblores sísmicos en el abarrotado patio del Alcázar, gentileza de la familia Farruco casi al completo. Si en las últimas semanas hemos visto a un magnífico Farruquito en el Potaje de Utrera, y un soberbio Farru en el Gazpacho de Morón, la unión de los tres hermanos, Carpeta, Farruco y Farruquito, junto a la Farruca, madre de las criaturas, prometía una experiencia casi mística.
Hablando en términos literarios, de los que normalmente huyo, esta familia posee el secreto del meollo del quid de la cuestión jonda, como es expresado a través del baile. Para más cotidiano, se puede decir que Antonio Montoya Flores (1936-1997), el viejo Farruco, diseñó una personalidad flamenca, y una forma tan potente de plasmarla, que ha dado lugar a una escuela que no da señales de perder vigencia.
Los pies como ametralladoras, la mirada amenazadora, espontaneidad, presencia, pellizcos milimétricamente ejecutados que mandan una carga eléctrica a todos los presentes… Sería injusto achacar todo eso a «la sangre». Son grandes artistas y profesionales que han sabido conservar y cultivar su herencia sin concesiones.
Y dentro de la misma línea familiar, cada uno se destaca con personalidad propia. El Carpeta, silencios intensos y velocidad, La Farruca, la cara femenina y felina del farruquismo, Farruquito, elegancia oscura, Farruco, picardía y valentía.
Anoche, si acaso, nos entregaron su magia a cuentagotas con dos bailes del Carpeta, ahora todo crecido, uno de la Farruca, tan bueno como breve, pinceladas de Farruquito y Farruco, y una serie de cantes ofrecidos por un atrás que no estaba a la altura habitual del que suele llevar esta familia.
La sabia costumbre de incluir a queridos artistas locales como invitados, en esta ocasión nos dio la oportunidad de ver a Antonio Agujetas compartir escenario con la mítica familia, aunque realmente no cantó.
La anécdota de la noche, los dos pares de botas que partió Carpeta, y Farruquito, que lo llamó «el rompebotas» en un fin de fiesta donde sentimos la ausencia de la Farruca. Y a todo esto, el abuelo Farruco, cuya imagen proyectada llenó el telón de fondo, miraba sonriente y orgulloso de su obra.