Texto & fotos: Estela Zatania
Viernes, 7 de agosto, 2200h. Patio de San Fernando, Alcázar, Jerez de la Frontera
Si Cádiz tiene sus Jueves, en Jerez de la Frontera, hace muchos años que el mes de agosto significa cante, baile y guitarra con la programación de los Viernes Flamencos.
El viernes, 7 de agosto la serie arrancó espectacularmente con un excelente programa que incluía juventud y veteranía, y que fue muy bien recibido por el público, principalmente local, con algún que otro turista.
El lugar no puede ser más hermoso. Las paredes y torres del Alcázar amurallado que data del siglo XII, disponen un ambiente propicio para disfrutar de un arte relativamente joven, a la vez que intemporal. Y el tiempo meteorológico colaboró. El intenso calor de días atrás, dio paso a un ambiente semi nublado y temperaturas más suaves. A lo largo de la velada, relámpagos silenciosos a la distancia pusieron el dramático telón de fondo, sin que llegara a caer agua.
Con el gran escenario así dispuesto, la joven cantaora Isa Fernández lanzó las primeras notas por tientos tangos…las Grecas, Marelu, tangos de Granada. Con José Manuel Delgado a la guitarra, e Israel López y José Rubichi a las palmas, la cantaora completó su actuación con alegrías y bulerías.
El joven cantaor Juan Lara, muy conocido en Jerez por sus interpretaciones de saeta, ofreció un mini recital de lo más jerezano: soleá, siguiriyas, fandangos clásicos de Jerez y bulerías con sabor de la plazuela. Seriedad, buena pronunciación (se comenta poco, pero también tiene su importancia) y una voz limpia y flamenca. Qué gozo ver a los jóvenes decantarse por el cante clásico. José Ignacio Franco a la guitarra, sólido, fiable y airoso.
La bailaora Gema Moneo abrió la segunda parte. De estirpe flamenca, sobrina del Torta e hija del guitarrista Jesús el Guardia que le acompañó en esta ocasión, es una artista que lleva años triunfando con su baile poderoso. Hace dos años fue artista invitada de Farruquito en esta misma serie de los Viernes. También los escenarios de París, Londrés y Estados Unidos han conocido su flamencura y temperamento. Vino acompañada por los cantaores jerezanos Juanillorro y el Quini, y las palmas y baile de Bartolo.
Por último, uno de los tesoros cantaores de Jerez. Luis el Zambo, descendiente de todas las familias más representativas, en esta ciudad donde la familia es tan importante, «el último eslabón» como dijo el presentador. En espléndida forma física y artística, con el subestimado Miguel Salado a la guitarra, y nuevamente las palmas de Israel López y José Rubichi, de la escuela antigua, palmeros que doblan limpiamente sin estorbar ni protagonizar, Luis nos regaló su repertorio de tonás, soleá por bulerías, fandangos, bulerías y siguiriyas. La solera de décadas, cálida jondura con su voz que te envuelve y te emociona seduciendo al duende mismo.