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Texto : Norman Paul Kliman
Fotos: Rafael Manjavacas
Presentación de nuevo disco 'eStar
Alegre'
Noche de alegría familiar en la madrileña
sala Galileo Galilei con la presentación del nuevo disco
de Vicente Soto “Sordera”. Ante un público heterogéneo
de unas 100 personas deseosas de disfrutar con la alegría
del artista, Vicente salió solo al escenario en un ambiente
oscuro y serio, marcando compás con los pitos, los chasquidos
saltando como chispas, e hizo cuatro cantes fragüeros. Templó
con dos tonás, debla y remate que sonaban con eco sobre piedra,
mentando yunques, alcayatas y gitanos trianeros que se olvidan de
sus penas poniéndose a cantar.
Enseguida salió a escena su compañero de fatigas
y fiestas, el tocaor José María Molero. Da auténtico
gusto ver la complicidad de este tándem que demuestra en
todo momento un recíproco flujo de ánimos y ocurrencias
(“Muchas gracias, maestro, por echar una mano”,
“Hombre, faltaría más”). Vicente
nos recordó que había venido a compartir con nosotros
“este niño nuevo” que se llama “Estar Alegre”
y agradeció nuestra asistencia. Dijo que, como flamenco,
él no puede permitirse “el lujo de salir a un sitio
y no cantar por martinete o por soleá”. Entonces
entonó al público con unas bamberas de mucho regusto
con el acompañamiento de José María, un tocaor
muy atento y dinámico que acompaña con una sensibilidad
que causa impresión. En el segundo cante, tuvo la mala suerte
de perder la uña del dedo índice pero el percance
no le impidió tocar airosamente toda la noche.
Acercando a los estilos festeros que tanta alegría dan al
nuevo disco, el tercer cante pasó de la solemnidad de las
tonás y el cariño melancólico y nostálgico
de las bamberas a unas cantiñas nuevas compuestas por José
María Molero. Llegó la alegría con género
fresco, fresco, del puerto.
dijo que “era el momento” de presentar “los Sordera
junior”: el amigo Carlos Rodríguez, el sobrino José
Soto “El Boys” (hijo de Sorderita), el hijo Manuel Soto,
el sobrino El Manteca de Jerez, el sobrino Enrique García
Soto, la hija Rafaela Soto, el sobrino José Manuel Soto y
Rafael Soto. Con teclado, dos cajones, dos guitarras y cuatro palmeros
haciendo coro, sonó la casa Sordera con los tangos “Pañí”
en homenaje a La Niña de los Peines. Sonó el agua,
las monedas, el puente, y hasta los pintores de Madrid a Benidorm.
Conjunto bien armonizado.
Siguieron con los temas del disco, con una bulería en homenaje
a Adela La Chaqueta, con quien Vicente convivió y trabajó.
“Sale la Luna” es un tema de ritmo fácil pero
extremadamente pegadizo y divertido. Aquí y en algún
otro momento los coros flaquearon un poco, creo que por los nervios,
porque en lo demás demostraron su talento a lo largo de la
noche. En algunos tercios, Vicente empezó a desplegar las
alas de su voz.
Interpretó unos tangos extremeños “a su manera”,
con la guitarra afinada con la sexta en Re, y dando otro aire con
los coros, teclado y percusión: “Soy canastero,
tengo cositas de canastero” y “Quita la pena”.
los tangos siguientes Vicente quiso homenajear a La Repompa, y quedó
claro que su disco nos ofrece lo más alegre y accesible del
flamenco, pero también que él ha buscado referencias
con respeto y buen gusto.
Finalizó con una bulería de La Perla de Cádiz
que él hace “a su manerita, pero pensando en ella”.
Arrancaron guitarras y percusión, y con el grito de “¡Hazme
cositas!” él pidió aire. Con las cuerdas de
las guitarras tapabas, la voz voló alto, dejando una estimulante
sucesión de cantes sin más arropamiento que palmas,
percusión y ánimos. Betún a la bota.
Siguió con más bulerías, vueltecitas de casi
tos, también de Vicente. Pero no bastó: Ante la insistencia
del público, “no tuvo más remedio” que
cantar unos fandangos. Aylililianda y ole con Caracol y una conocida
letra:
Que me critique la gente
a mi no me importa nada
que me critique la gente
yo soy un águila imperial
y mientras tenga una pluma
por mis niños de mi alma
no voy a dejar de volar
Y acabó de pie, por lo alto.
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