Resumen: Vicente Amigo en el Festival Flamenco de Torrelodones
Teatro Bulevar, Torrelodones |
Texto: Manuel Moraga Momentos en el silencio Vicente Amigo vino a compartir y le tocó luchar contra los elementos. Pero ni el partido de la selección española de fútbol –que imaginamos influyó para adelantar la hora del recital- ni los problemas acústicos nos impidieron disfrutar de la hermosa música de este gran creador. Un recital entre el sonido y el silencio donde no había ni una butaca vacía. Una silla blanca de respaldo alto y ovalado situaba virtualmente al guitarrista en el centro del escenario. Apareció Vicente Amigo vestido de negro y en solitario para templar las cuerdas por taranta que se hizo soleá y terminó –ya con toda la banda- a ritmo de fandango, y todo sin solución de continuidad en esta apertura del recital. Una transición sentimental que refleja el complejo mundo musical que Vicente Amigo lleva dentro. El artista se centró sobre todo en piezas de su último trabajo “Un momento en el sonido”, aunque también pudimos escuchar temas anteriores. En cualquier caso, es el sello Vicente Amigo el que está presente en cada una de sus composiciones y, sobre todo, ese Vicente Amigo más interior, más místico que se nos presentó en el mencionado último disco publicado hasta la fecha. No es sencillo llevar ese universo sentimental al directo. No es fácil expresar ese recogimiento desde un escenario. Pero Vicente Amigo es artista de retos. Lástima que, en ese empeño, fallara anoche algo tan importante para su música como es el sonido. Al poco de comenzar el recital llegó el primer desastre: el sonido se vino abajo por completo… Y el silencio del público se hizo absoluto para poder apreciar la música que, pese a todo, seguían ofreciendo Vicente Amigo y sus músicos. Un gran aplauso del público lleno de calidez agradeció ese empeño. El sonido fue llegando, se fue estropeando, se fue arreglando, más acoples, más rectificaciones… Y casi al final del recital, nuevamente el silencio. Pero todas esas incidencias no pudieron impedir las ganas de compartir que teníamos artistas y público. Los “Tangos del arco bajo”, la farruca “Silla y el tiempo”, ese precioso “Bolero a Marcos”… Composiciones que logran crear ese clima sincero, lleno de verdad y, sobre todo, colmado de los sentimientos del guitarrista. Emociones arropadas en todo momento por los percusionistas Patricio Cámara y Paquito González, el guitarrista José Manuel Hierro, el bajista Antonio Ramos y el cantaor Rafael de Utrera. Una vez más hemos tenido la suerte de disfrutar de la música tremendamente hermosa, tremendamente lírica de Vicente Amigo. Notas que envuelven en una atmósfera melancólica pero en la que en todo momento encontramos una búsqueda de luminosidad. Notas que Vicente Amigo deja que vivan y evolucionen en el espacio, en el tiempo. Lamentablemente, los fallos en el sonido y la ubicación de “palco” (gallinero, para entendernos) en que nos vimos colocados nos obligó a largos momentos en el silencio.
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