Espectáculo: Memoria de los sentidos. Guitarra: Vicente Amigo. Cante: Rafael de Utrera. Percusión: Paquito González. Bajo: Ewen Vernal. Guitarra: Daniel Fernández. Lugar: Auditorio Baluarte de Pamplona. Ciclo: Festival Flamenco On fire. Fecha: 27 de agosto de 2020. Aforo: Lleno. Especial Flamenco on Fire 2020
Lo dijo nada más empezar. Que, tal y como están las cosas, es un honor para un artista estar en un Festival como el On Fire donde, además, se le rinde homenaje a un maestro de la guitarra como Sabicas pero, eso sí, que “después de tanto tiempo sin pisar un escenario es como empezar de nuevo”. Y debió de ser verdad porque en este regreso de Vicente Amigo a la cita de Pamplona lo encontramos con el mismo ímpetu, la misma frescura, y la misma candidez que en sus inicios.
De hecho, fue inevitable recordar un vídeo que compartía no hace mucho en sus redes la compañera periodista Silvia Cruz Lapeña donde aparece Vicente a sus 16 añitos, entusiasta, vigoroso y osado, durante una actuación en un famoso programa de la televisión holandesa de 1983. Cerrar los ojos, dejarse llevar por la luminosidad y la vitalidad que desprende su música e imaginar que el guitarrista que está ahí ahora frente a nosotros sigue siendo el mismo adolescente inquieto, soñador, rebelde y sensible.
Por eso, esta Memoria de los sentidos, que se presentó como un regreso a sus raíces más flamencas, no precisa de un concienzudo trabajo de retrospectiva, sino que surge natural, porque lo que relata aquí el sevillano ha permanecido intacto en su cabeza y en sus manos. Unas manos que te agarran, te abrazan -como deseó al inicio-, te sacuden y te acompañan en viajes cercanos a través de un repertorio que fue desde los coloristas tangos, bulerías y soleares hasta las seguiriyas, las piezas más íntimas y el nostálgico Réquiem, en honor a Paco de Lucía. Haciéndote ver que recordar es volver a pasar por el corazón.
En este sentido, el público agradeció en sus aplausos y ovaciones que el guitarrista y el resto del elenco que le acompañaba -impecables, cómplices e inspiradores-, evocaran desde el ímpetu, la profundidad y la delicadeza de sus melodías lo poderosa y riquísima que es la vida.
Desde luego, disfrutamos con el virtuosismo, la elegancia, la creatividad y la versatilidad del artista pero lo mejor, como decimos, fue sentir a un Vicente despojado, con la claridad, la lucidez y la sinceridad de los más jóvenes. Pensar que, como comentaba el siempre atinado Ale Medina, otro amigo común, al hilo de la citada grabación, el guitarrista contradice eso de que de niños lo sabemos todo y luego lo vamos olvidando. O será que él nutre su sonanta de emociones nuevas cada día.
Fotografías & video: Rafael Manjavacas