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Baile: Cristina Hoyos, El Junco. Bailaoras: Susana Casas, Cristina
Gallego, Rosa Belmonte, María del Mar Moreno, Rocío
Alcaide, Lucía Guamido, Zaira Santos. Bailaores: José
Luis Vidal, Jesús Ortega, Jacob Guerrero, Javier Crespo,
Daniel Torres, Abel Harana, Juan A. Jiménez. Cantaores: Reyes
Martín, Vicente Gelo, Miguel Rosendo. Guitarristas: Andrés
Martínez, Ramón Amador. Percusión: Roberto
Carlos Jaén.
Texto: Estela Zatania
Bajo la dirección de Cristina Hoyos, el Ballet
Flamenco de Andalucía, anteriormente la Compañía
Andaluza de Danza, vino anoche al jerezano Teatro Villamarta con
su obra “Viaje al Sur”. Estrenada en marzo del 2005
en el Gran Teatro de Córdoba, pasando por Málaga en
Flamenco y representándose en el City Center Theater de Nueva
York como parte de la campaña de la Consejería de
Turismo, Comercio y Deporte para promocionar Andalucía en
Estados Unidos, la extravagante propuesta llegó a la plaza
más exigente logrando llenar alrededor de dos tercios de
los asientos del venerable teatro.
La envergadura del espectáculo, sus aspiraciones específicas,
y cómo no, su dilatado presupuesto, no prometían momentos
profundos de gran sutileza, pero vamos aprendiendo a valorar cada
manifestación del flamenco sin un exceso de bagaje intelectual
o nostálgico. Sube el telón para descubrir a la compañía
al completo, inmóvil y mirando de frente. El silencio se
rompe con la voz de Cristina Hoyos que pide un momento de silencio
en honor al maestro José Granero, genial coreógrafo
y bailarín, fallecido menos de 24 horas antes. Este sobrio
e inesperado comienzo conduce al primero de tres bloques o movimientos
que componen “Viaje al Sur”.
El trío de voces logra un punto
eficaz de cante tradicional actualizado
Quizás fuera la bailaora Manuela Vargas quien primero exploró
el concepto de bloques de bailes y cantes emparentados – tonás
con siguiriya con serranas, alegrías con romeras con mirabrá,
soleá con romance con caña – hace más
de cuarenta años cuando una jovencísima Cristina Hoyos
formaba parte del cuerpo de baile de la compañía de
aquélla. En Viaje al Sur, la Hoyos vuelve a trabajar la idea
con un espectáculo que pretende expresar “La Alegría”,
“La Tragedia” y “La Pasión” a través
de bailes, música y colores afines para cada ambiente.
Con un vestuario en tonos de melocotón con nata, violeta
pálida, miel y leche manchá, el primer movimiento
es una deliciosa celebración de los placeres sin complicaciones
expresados a través de un vals flamenco en tono mayor, guajira,
zapateado y alegrías. Cristina se atreve a interpretar unas
chuflas habladas a compás al puro estilo gaditano, pero la
gracia de Cádiz, imprescindible para hacer funcionar este
tipo de divertimiento, se le escapa. No importa, nos conformamos
con la vistosidad, el compás y las buenas intenciones. En
este bloque de bailes, es destacable el Junco con sus alegrías,
el único baile fuerte en solitario de toda la obra. Saboreamos
su pulida técnica e impecable profesionalidad a la vez que
deseamos que se aparte del rígido guión para dejarnos
ver de lo que es capaz con su estilizada figura que le mereció
el acertado mote. Los cantaores no son grandes figuras, pero altamente
competentes, y el trío de voces, a ratos armonizadas, logra
un punto eficaz de cante tradicional actualizado.
Vistosidad, compás y buenas intenciones
El viaje cambia de rumbo y de colorido y entramos en los tonos
de gris y negro para evocar “La Tragedia”, una especie
de suite jonda que incluye soleá, soleá por bulería,
tonás y destellos de serranas. Una breve introducción
libre a cargo de Cristina en bata de cola negra, conduce a los bailes
en grupo que empiezan a pesar por su poca variedad. La baza de “muchas
personas moviéndose como una” cansa, y deseamos que
se destaque alguno del cuerpo de baile, una pareja, un trío…cualquier
cosa menos siete hembras y siete varones exhibiendo su capacidad
para suprimir sendas personalidades por el bien común. El
tedio es complicado por cierta escasez de cante. Destacable evento
no obstante cuando todo el cuerpo de baile sale tocando castañuelas,
un elemento percusivo que se ha visto muy poco desde que se pusiera
de moda el rechazo casi adolescente a todo que pudiera interpretarse
como “tópico”. A ver si también recuperamos
la bata de cola como accesorio imprescindible de toda bailaora.
El alivio pudo haber llegado con “La Pasión”,
el apartado rojo de la obra, pero nunca se recupera la energía
de la primera parte. El público disfruta con “Gracias
a la vida” por bulerías como la grabó María
Jiménez hace años, y el “Corazón partío”
de Sanz por tangos produce una espasmo colectivo de gozo para prácticamente
terminar. Sólo queda el minuciosamente coreografiado fin
de fiesta que desmiente su propia función.
En resumen, “Viaje al sur” es un producto profesional,
vistoso y bien currado, libre de las emociones fuertes y apto para
todos los públicos.
Texto : Estela
Zatania