Granada |
5 de agosto. Niño Seve, guitarra. (Córdoba) Rafael Campallo, baile. (Sevilla) 6 de agosto. La Leonor Leal, baile. (Cádiz) Texto y fotos: Antonio Conde. Niveles al alza en las noches del Corral del Carbón. Es digno de valoración y resaltación un ciclo de flamenco que apuesta por figuras emergentes del flamenco, amén de figuras ya consagradas, y que consiga casi todos los días, sino el lleno, el cuasi. El nivel es superior cada semana, sin desprestigiar lo ya sucedido; Solera que se entremezcla con juventud por doquier. Para esta tercera semana de calendario flamenco El Niño Seve solo tuvo que destapar su guitarra para que emitiera poesía en formato jondo. Y jondo en términos musicales no cantaores. Un repertorio compuesto de Aires de Levante, alegrías, bulerías, bolero, jaleos con cierre en bulería de nuevo y rumbas que sonaron a nuevo flamenco, con armonías de talla demostrando su carácter intimista en el toque. En el bolero se acompañó de teclado y percusión lo que dio a la pieza musical más connotaciones modernas.
Su presencia en el escenario es buena señal, será porque tengo debilidad por él y porque además es un genial transmisor del cante, Juan José Amador viste el escenario con su cante. Su vástago, que también le acompañó junto a Jeromo Segura se deshicieron en martinetes seguidos de seguiriyas que abrirían la noche para Rafael Campallo. Sus hermanos en la guitarras custodiaron un baile rico en rítmica y expresión corporal. Ejecuciones muy depuradas con remates de gran gusto. Alegrías para Campallo muy señoriales, elegantes, que sin olvidar las formas nos impactó con su naturalidad compleja. Final con bulerías llenas de juguetillos y cierres que dejan evidencias claras de lo compacto de su baile y la elegancia hecha flamenco. Mención especial para el bailaor granadino Victor Castro Martín, sabio consejero y conocedor del baile flamenco, y gracias a su aportación en este día. Por otro lado, el cante para la siguiente velada estaba reservado para una fémina. Rosario “La Tremendita” quiso agradar desde el principio. Con muestras de buen humor y ganar de agradar el público que no supo entender su cante. Tientos en homenaje a la Paquera de Jerez, seguidos de alegrías con giros melódicos dulces, como su voz, fueron su carta de presentación. Y el público seguía sin despertar del letargo. Para la Granaína y Media se acordó de Chacón con claros matices caracoleros y alargamientos en exceso vocales, y ahí si consiguió el efecto deseado, y menos mal porque se esforzó en hacer el cante. Y en la ciudad de la Alhambra habló por tangos con regusto a Río Darro y olores a jazmín sacromontano. Fín de fiesta por bulerías, y fandango de final. Mención especial para Salvador Gutiérrez, que con una brillante técnica sacó partido a los cantes La Tremendita. Y como este es un ciclo de baile en su argumento principal aparece el nombre de la bailaora Leonor Leal. Esta joven avanza a pasos agigantados como artista. Para la ocasión no eligió buen atuendo en los tientos tangos del principio. Gustaron y mucho. David Vargas en un solo de guitarra por tarantas aprobó con nota mostrando picados imposibles. La elegancia de la farruca consolidó un buen hacer en una danza llena de intenciones y solemnidad. Lenta y cruda, a la par que elegante y algo mística en sus movimientos. Dinamizó la velada con alegrías que respetaron la estructura del baile, y llenaron las bocas de algunos olés de los asistentes. Buena elección en el cuadro de retaguardia con Tino Van der Sman y David Vargas, y las voces de Jeromo Segura y David Rivera.
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