Una gala flamenca de altos vuelos

Gala Flamenca - Suma Flamenca

Gala Flamenca - Suma Flamenca

Silvia Cruz Lapeña

Fotos: David Mudarra

El show dirigido por Manuel Liñán triunfa en la Suma Flamenca gracias a un elenco impecable y un nivel coreográfico y escénico de gran nivel.

Director Artístico: Manuel Liñán. Juana Amaya, Jesús Carmona, Patricia Guerrero – bailaores. Rocío Márquez – artista invitada. Herminia Borja, Miguel Lavi y Jonatan Reyes – cante. Víctor «El Tomate» y Daniel Jurado – guitarras. Paco Vega – percusión.

 

A una gala se va a darlo todo, a gozar y a divertirse, y no se viste una con cualquier trapo, ni deja el peinado o las joyas al azar. Eso es algo que parece tener muy claro el director de la “Gala Flamenca”, Manuel Liñán, que acaba de alzarse con un Premio Max al mejor intérprete masculino de danza por Reversible y que anoche se llevó una ovación del público de la Suma Flamenca que estuvo al nivel de su buen gusto.

Que el show empiece con Rocío Márquez cantando “Todo es de color” tiene todo el sentido en un espectáculo que brilló por eso, por la variedad de tonos, por los colores elegidos para cada sentimiento y cada escena, por la sinestesia. Sí, por la sinestesia, que tuvo su momento álgido cuando Patricia Guerrero bailó vestida de verde y con mantón azul y convirtió su indumentaria en olas de mar tan creíbles, que por momentos el aire de la Sala Roja de los Teatros del Canal tuvo gusto a sal. 

La granadina arrancó los solos de baile después de unas escenas corales en las que se presentó el grupo. Lo hizo por alegrías demostrando un repertorio de movimientos y una forma física excelente. Mostró su baile furioso y valiente pero también se recreó y puso de manifiesto algo que se le ve venir desde hace tiempo: que quien se atreva a bailar a su vera, debe temblar. 

 

Carmona, de diez 

Jesús Carmona, en su línea de baile bien perfilado, masculino y rotundo, pareció saberlo y sacó su mejor yo. Cómo se arrancó por caña y cómo remató por bulerías, qué manera de aprovechar pierna y brazo, qué modo tan sensual de usar la mano sin apenas florituras. Se hincó de rodillas con destreza de atleta pero formas de bailarín y se tomó la quietud como una posibilidad y una virtud del flamenco, no como un lastre.

Juana Amaya tardó en salir sola, lo hizo por bulerías por soleá, vestida de blanco y se puso a su servicio el cante de la trianera Herminia Borja, que casi se queda sola con su gitanísima laringe con la que primó el arrebato y trajo al escenario el flamenco más de piel. Amaya, por su parte, hizo lo que ella sabe, ese baile racial y clásico que tan bien defiende, pero al lado del despliegue técnico, estético y emocional de Guerrero y Carmona, lo suyo supo a poco. 

Márquez aparecía como artista invitada y tuvo un papel protagonista cantando por fandango, arrancando un aplauso emocionado con el Romance a Córdoba de Marchena, haciendo letrillas populares con esa delicadeza que ella domina, subiendo en los momentos más dramáticos y también hizo de enlace entre distintas escenas. 

 

El sello Liñán

La huella de Manuel Liñán, se vio en todas las costuras, en todos los detalles, que fueron muchos. Con esta “Gala Flamenca”, estrenada en el Festival Flamenco de Londres, el granadino demuestra lo importante que es para lo jondo controlar escenarios grandes, darles la luz que precisan, saber de escenografía y tener buen gusto para llenar unas tablas como las de la Sala Roja de los Teatros del Canal, mucho más largas que las de un patio de vecinos. 

El acierto de Liñán reside también en la selección de los artistas. Se vio el flamenco más de sangre, se vio el más técnico, se vio el presente y el futuro, en el que no parece que vayamos a tener que elegir entre un tipo u otro de jondura. Herminia Borja y Rocío Marquez dieron dos caras muy distintas de lo jondo, ambas brillaron en su estilo y estuvieron arropadas por el cante de Miguel Lavi y Jonatan Reyes, que hicieron un cante para atrás impecable. 

También ayudaron a dar la sensación de show redondo las entradas y salidas de los artistas, muy cuidadas, pero con espacio para el latido. Así se hace el flamenco de los teatros, así se consiguen ovaciones sinceras como la de anoche. 

 


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