Título: En este día, en este mundo. Idea Original: David Coria y Florencia OZ. Dirección y asesoramiento coreográfico: David Coria. Coreografía y baile: Florencia Oz
Composición, Voz y movimiento: Isidora O’Ryan. Composición y Guitarra: Jesús Torres
Cante: Pepe de Pura oreógrafo Invitado en una pieza (Soleá): Manuel Liñán. Dramaturgia: Agnes López-Río. Acompañamiento: Javiera de la Fuente. Textos: Enrique Fuenteblanca. Diseño de Iluminación: Gloria Montesinos A.A.I.
Tras el éxito de ‘Antípodas’, la minimalista y delicada propuesta que presentaron las hermanas Florencia Oz e Isadora O’Ryan la pasada edición y con la que lograron el Premio Revelación en el Festival de Jerez, las chilenas tenían todo a su favor con el esperado estreno absoluto que traían este lunes al Teatro Central dentro de la Bienal de Flamenco. Sin embargo, a excepción de la excelente iluminación y el incuestionable talento y virtuosismo técnico de las polifacéticas artistas, nos encontramos frente a una obra tediosa y fría, con un lenguaje coreográfico repetitivo y en la que se íncide en una única idea sin que se produzca una evolución dramática de la historia ni de los personajes -completamente planos- o estalle la acción en una necesaria catarsis.
Es decir, la obra, que según se explica en la sinopsis está inspirada en la performance del artista brasileño Tunga y evoca el mito de dos hermanas unidas por su cabello que son obligadas por su pueblo a separarse o cumplir la condena del sacrificio, se presenta como una fantasmagórica alegoría en la que ambas transitan desde La hora del lobo hasta la Noche para reflexionar cómo viviríamos nuestro último día o de qué modo afrontar la muerte, a través de un baile físico entre lo contemporáneo, lo flamenco y el folclore.
Así, como en una suerte de cuento gótico, aparentemente en construcción, ambas danzan en perfecta sincronía, atadas por la larga trenza que las mantiene juntas, bajo una atmósfera fantástica en la que la música electrónica, lo tribal, la música clásica, lo popular, el flamenco y los propios sonidos de la naturaleza (con esos gallos que anuncian el amanecer) aparecen siempre como en la lejanía y la mayoría de las veces grabados. Menos en los cantes que interpreta Pepe de Pura con el guitarrista Jesús Torres por soleá o con el Pregón de las Monjas.
Además, menos en la soleá que Oz defiende sólo desde el zapateado y en la canción que canta O’Ryan a solas no logramos distinguir a una o a otra. Y, desde luego, echamos de menos ver bailar más a la bailaora y coreógrafa, Premio Nacional de Flamenco, y a la que tantas veces hemos disfrutado en el Ballet Flamenco de Andalucía o en las compañías de Rafaela Carrasco o David Coria, que aquí firma también la idea. Como también necesitamos más fuerza musical por parte de la cantante y chelista que esta vez intervino únicamente con la pandereta.
De esta forma, en los 55 minutos que dura En este día, en este mundo, Oz y O’Ryan se mantienen juntas en escena ejerciendo prácticamente el mismo papel y sin que logren interpelarnos o hacernos empatizar con las emociones que se supone que afloran antes de decidir inmolarse juntas (el miedo, la inseguridad, el amor, la desesperación…) Es verdad que los cuerpos de las dos, junto a las poderosas luces, dejaron algunas imágenes de gran belleza poética, sobre todo en el garrotín que bailaron con faldas de crochet y la cabeza cubierta. Pero cuando la poesía no trasciende se queda en versos vacíos de sentido.
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