Tomás de Perrate, Alfredo Lagos/Concha Vargas & Quentin Gas

Tomás de Perrate & Concha Vargas

Tomás de Perrate & Concha Vargas

Teatro Fernán Gómez. Flamenco Madrid 2019. Programación

SI ME DAS A ELEGIR…

José Manuel Gómez Gufi

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Tomás de Perrate, Alfredo Lagos – Soleá sola

Apareció Tomás de Perrate y soltó un romance del siglo XV, época en que llegaron los primeros gitanos a la península. Uno diría que tenía prisa por llegar a algún lado. Alfredo Lagos enseguida se enganchó al relato.
Dijo Tomás que le había tocado hacer arqueología y se fue al Alosno a traernos un precedente de las sevillanas.

Luego contó que uno de Utrera tenía que cantar por soleá y nombró a vecinos (Fernanda y Bernarda) y a la familia (La Perrata y el Perrate) como si esos no tuvieran nada que ver con su ADN. Se fue por bulerías y le escuchamos en la plenitud del “infundio” y las perraterías. Ahí apareció más relajado y caminó de la mano de Piazzola y el “Polaco” Goyeneche al tango argentino y lo cantó con grandeza, algo que le hubiera gustado a Grimaldos (saludos Alfredo), gran aficionado al cante y al tango.

Volvió al pregón como antesala de una seguiriya como se hacen en su tierra, al compás (y más rápida de lo habitual) y ahí entró al juego de lo que no se suele hacer y funciona como un descubrimiento. El cronista se quedaría a vivir en el cante de Tomás porque ahí está casi todo el saber y las conexiones que nos hacen gozar y se despidió con una chacona también del siglo XV y de nuevo lo cantó con la frescura de la novedad de inventar hacia atrás, hace 500 años y pico.

 

 

CONCHA VARGAS &  Quentin Gas

Apareció Concha Vargas, bailaora de Lebrija, el año pasado le dedicaron la “caracolá” por sus 50 años en el arte. Una institución que participó en un espectáculo referencial para los gitanos y para el flamenco en la transición: “Camelamos Naquerar” (queremos hablar). Con su presencia llena el escenario no sólo con lo que hace y lo que taconea, el aire que mueve y la tormenta que anuncia. Desapareció la bailaora con su hija Carmen al cante y su hijo Curro a la guitarra y apareció su primogenito Quentin Gas con una guitarra eléctrica en la mano. Era lo que estaba anunciado y lo que se barruntaba durante la velada. Se hizo el silencio. A ver.

Quentin Gas tiene tres discos con su grupo los Zingaros con los que ha hecho una gira en Marruecos y ha participado en el Rock al parque de Bogotá (una de las mayores y mejores experiencias rockeras que se pueden vivir en el planeta). Tiene un jugoso dossier de prensa en la desconcertada escena rockera y un remix con Niño de Elche. Pero el cronista desconocía todo eso y lo primero que se escuchó fue ese zumbido del jack al enchufarse que remite al Hendrix tocando el himno americano en Woodstock en 1969 y lo siguiente fue la ceremonia posterior a que Hendrix incendiara su guitarra “en-no-sé-qué-escenario”. Pasmo.

Esas cosas funcionan muy bien en la escena del rock donde lo paródico puede llegar a formar parte de la cultura popular. Vean el programa de TVE “Cachitos” o cualquier video de Queen, o el “In the Ghetto” de El Príncipe Gitano (una versión que me parece superior al original de Elvis).

Pero en el flamenco funciona peor, primero porque estaba su madre Concha Vargas. Y si me dan a elegir… Además hay un sector del flamenco que procedemos del rock (y otras músicas) que las ha visto de todos los colores (la psicodelia es lo que tiene). Hemos visto un montón de conciertos-desastre de la saga Veneno/Pata Negra con alguno de Silvio y casi todos los “omegas”, por el camino hemos renunciado a la parte “chunga” de Jimi Hendrix, esa en la que toca con los dientes y ya nos va interesando menos lo de escuchar una bulería en inglés, o una frase de Lole y Manuel multiplicada gracias a la electrónica.

Entiendo que Quentin Gas lo intente, e involucre a su familia, es muy valiente pero como dijo Duke Ellington “no merece la pena si no tiene swing”. En los aplausos se dividió el respetable, deseoso de puntuar por separado según sus gustos. En todo caso, mereció la pena.

 

Fotos & videos: MJ Lara.

 

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