Tino di Geraldo con Lara Wong y Melón Jiménez ofrecen un viaje al corazón flamenco en la Suma
La propuesta parece rara. Uno de nuestros grandes percusionistas ofrece un concierto sentado frente a un instrumento de la India (la tabla) sin que haga música de ese país, está junto a un guitarrista como Melón Jiménez que es uno de los creadores más interesante del deslumbrante panorama de la guitarra y una flautista canadiense con antecedentes chino japoneses.
-Si les gusta como afino, les va a encantar lo que viene después.
Lo dijo Ravi Shankar en el concierto por BanglaDesh (1971). Era la primera vez que veíamos un sitar y unas tablas y aquellos sonidos se quedaron enganchados en las multitudes que seguían a los Beatles y a John Mclaughlin. Aquí, al flamenco, llegaron de la mano de Gualberto con Smash y con el Agujetas. Paco de Lucía entrevistó a Shankar en la tele y años más tarde Anouska Shankar (la hija de Ravi) se llevó a Melón Jiménez a la gira de su disco “Traveller”.
Entre tema y tema, Tino cambia de tabla, rocía el parche con unos polvos y, de vez en cuando, golpea los instrumentos con un martillo con el objeto de conseguir la afinación adecuada. Puede parecer exótico y/o desconcertante que Melón Jiménez haga el camino contrario, tensa y destensa una cuerda para buscar una nota desafinada que podemos situar en el mar de la China o camino de Hawai: ¡Qué guai!. La flauta de Lara, suena a bambú de aquellos lares, su disco “La rosa de los vientos” (producido por Melón) es la entrañable muestra de una búsqueda que la llevó hasta maestros del flamenco como El Lebrijano o Esperanza Fernández. Lleva más de una década entre nosotros y participa del sentido del humor de Tino (Flamenco lo serás tú) que ha bautizado este proyecto “A Kali canto”.
Total que estamos ahí intrigados por la procedencia de cada composición, tratando de distinguir si viene del norte de la India o del centro de Lavapiés cuando Tino ofreció una pista: “Esta es de la Weather Report” y uno visualiza al bueno de Wayne Shorter dejándose llevar por la melodía o fascinado ante las técnicas mixtas de Melón Jiménez que construye y deconstruye como lo hacen los pintores contemporáneos. A ratos a brochazos, a veces caricias. En estos días Melón presenta su disco “Ecos de Magerit” candidato a disco del año, si eres de los que te gusta la música con mayúsculas.
Tino vuelve a golpear con su martillo el instrumento y al rato está metido en una sinfonía de ritmos con la que ha construido una composición rotunda. Ha explicado que, por muy exótico que parezca todo, siempre se cuela el flamenco, luego interpreta una sevillanas “corraleras” que vienen a ser como las tatarabuelas del rap y anuncia unas bulerías para perderse dentro. Con el corazón y las palmas calientes se despidieron por tangos y ahí nos volvimos a encontrar en el camino más corto entre la rumba y el jazz y fue cuando Lara Wong entonó “Te estoy amando locamente” que hizo que nos levantáramos de nuestros asientos. ¡Las Grecas!
&nbps;LA PSICODELIA DE LA VIRGEN DEL PATROCINIO
Ahí aproveché la escasa distancia entre el Teatro de la Abadía y la sala Galileo para hacerme un Antónimo. Le pillé solo en el escenario susurrando “Concha Imberbe”. El cantautor que responde al nombre de Antónimo es un sevillano heredero de Silvio y Pata Negra, hijo de la taberna y de las procesiones de semana santa. Un tipo que ha conocido el éxito y la soledad y que ahora hace canciones para sentirse a gusto, aunque solo las entiendan unos pocos. Para compararle, sacan la vara de medir de Albert Pla o Tom Waits, pero no es verdad, no se parece a nadie porque respira distinto. Eso sí, sus silencios son como los míos. Lo mejor de lo mejor.