Deconstruir la indignación

Rocío Molina y Andrés Marín bailan unas sevillanas con el cante de Niño de Elche y el toque de Raúl Cantizano

Estábamos celebrando el 68 aniversario de El Corral de la Morería una multitud en pleno mes de mayo cuando Juan Manuel del Rey nos insistió en que había que ver el espectáculo de Ernesto Artillo: “Ha deconstruido este tablao…”

Toda mi vida me he apuntado a las vanguardias, a las históricas y a las recientes y eso me obliga a sumergirme en la corriente principal. Por ejemplo, es imposible entender el free jazz si no entiendes a Duke Ellington. ¿Es posible gozar con Camarón sin escuchar a Manolo Caracol? Creo que sí… aunque estoy convencido que para ¿entender? al Niño de Elche hace falta pasar por Antonio Mairena.

Lo confieso, he logrado reconciliarme con la figura de El Niño de Elche gracias a C Tangana, sin coñas y sin pasar por Mairena. ¿Me contradigo?

Por supuesto.

-¿Se acuerdan de las modernidades de los años ochenta? Todos éramos POSTmodernos y llegábamos al AFTER antes de salir de casa. Lo único que teníamos claro es que no íbamos a escuchar unas sevillanas. Nos curamos ese espanto con la película de Saura con el cante de Camarón, el baile de Lola Flores y con las corraleras de Lebrija y ahora van los CUATRO MAGNÍFICOS de las vanguardias y se cascan unas sevillanas con todos sus condimentos, la primera, la segunda…etcétera.

Canta: Niño de Elche con Raúl Cantizano a la guitarra.

Bailan: Rocío Molina y Andrés Marín

Así, sin deconstruir… sólo para ofenderme a mí, para joderme la existencia, mis principios y mis prejuicios. Si quieren seguir por ese camino pueden seguir “blanqueando” a Raphael y a Julio Iglesias.

Perdonen que me indigne, en mi época de estudiante de antropología había un documental sobre el Rocío que alertaba sobre la lucha de clases en las romerías. Los señoritos y la guardia civil iban a caballo, el pueblo en alpargatas. Me fuí a Cuba a buscar la revolución (como Antonio Gades) y allí ni había Palacio de Invierno, ni bolcheviques.

INSTRUCCIONES PARA DECONSTRUIR UN TABLAO

Rocío Molina avanza lenta y pausada envuelta en una mantilla de encaje blanco que transparentan unas bragas blancas. Camina entre el público como una novia dispuesta para el patíbulo (o para el AFTER). Se encarama al tablao blanco, en cuyo centro reposan unos ropajes blancos sobre una silla de enea (blanca). Rocío se arrastra y se cimbrea sobre el suelo para introducirse dentro de lo que parece ser un vestido, suena un ruido continuo, un rumor POSTapocalíptico, puede ser música repetitiva o una nota sola. No importa. Al rato consigue introducirse en el vestido blanco pero en lugar de incorporarse y mostrarse, lucha por la posición dentro del traje y desde el gurruño formado por los ropajes, afloran sus piernas y sus tacones bailando al aire.

-SUUUURRREALISMO, afilen sus bigotes y pongan voz de Salvador Dalí

-Un momento, esto requiere una reflexión. ¿Es importante verle los pies a los bailarinas/bailaoras?

Mi Santa asegura que sí y se indignó y protestó cuando pagó un dineral para ver a Baryshnikov pero no podía verle los pies. Imaginen los zapatos de Fred Astaire rodado de los calcetines para arriba. Quizá por eso nos encantó “La reina del metal” de Vanesa Aibar. En dos ocasiones la bailaora (embarazada de siete meses) baila con las piernas al viento y ofrece sus zapatos para que sea el percusionista Enric Monfort el que armado de sus baquetas, taconee a la inversa. El mundo del revés.

UN CURA CON MANTÓN DE LA CHINA-NA-NÁ.

Canta el Niño de Elche vestido de negro como un curilla al que han condenado a una parroquia olvidada de un páramo sin nombre. Apenas distinguimos el mantón negro de la china-na-ná y no sabemos si su pena viene de la Teología de la Liberación o de su sintonía por lo “queer”. Escuchen sus programas de los sábados en Radio 3 y me lo cuentan, que yo no puedo con ellos. El Niño canta cosas de su cosecha -ay mi Rocío, mientras el viernes llovía durante cinco minutos- y luego canta lo de que “ni la hambre la vamos a sentir, mire usted la gracia, etcétera”.

Al toque Raúl Catizano, gloria de la vanguardia y de las guitarras con ventilación, compañero de heterodoxias del Niño-Paco que viste de negro con chaquetilla blanca entallada que estaba prevista para Yeray Cortés compañero de la Molina y de C Tangana. ¿Me siguen?

Andrés Marín se me aparece cada día más a Marcel Marceau, el mimo que dijo ¡NO! en la película “La última locura de Mel brooks”. Cada día me recuerda a mis héroes del cine mudo y cada noche me gusta más. Fue soberbia su puesta en escena en el festival de la guitarra con Alfredo Lagos. Aquí volvió a taparse la cara (ojo, que se adivina tendencia) y a bailar con lo pies en el suelo (el matiz aclaratorio parece obligado por la deconstrucción reinante).

¡Ay mi Rocio! ¡Cuantos talentos invertidos en bailar más allá de la galaxia conocida! Y ahora ¡zasca! nos baila unas sevillanas y, antes o después, nos baila por la legítima. Sin hacer cosas raras, bailando FLA-MEN-CO. Y vamos del asombro (por lo convencional) a los delirios. Está Rocío bailando sobre ese canon que conoce y destroza en casi-cada-baile cuando brota de su pecho una rosa roja, una herida que se extiende por su vestido blanco. Una mancha tan visible como las metáforas del arte moderno.

Luego vuelve a la peineta y la mantilla y nos ofrece una escena delirante de una desbordante comicidad, cuando jaleada por el Niño-Paco comienza a darle lustre al tablao que poco antes había manchado Marín al sacar un abanico de un recipiente (que pudo ser un condón y que contenía una materia indescriptible porque no se vio bien). Total que Rocío está a cuatro patas como las mujeres de-antes-de-las-fregonas. La metáfora fue seguramente improvisada por la jartá de sonrisas de los cuatro magníficos y aquí es donde volvemos a mayo del 68 cuando en París se buscaba la libertad bajo los adoquines. A mí me vale con encontrar una croqueta de esas que cocina David García en el Corral de la Morería para luego cantar con Fraskito su conclusión sobre mayo del 68: “Lo que nadie se traga: ¡La imaginación al poder!”

Deconstruido, indignado y consternado he pasado del llanto a la sonrisa, de la carcajada al asombro y de ahí a palmear alborozado una maravillosa interpretación de “la bomba gitana” por parte de Niño de Elche al que comienzo a vislumbrar la sombra de su ironía. ¡Jo, qué noche!

ERNESTO ARTILLO “TABLAO”. Cuartel Conde Duque. Madrid. 17 y 18 de mayo.
CREADO POR Ernesto Artillo
UNA PRODUCCIÓN DE Museo Ca2m
ARQUITECTO DEL PROYECTO Pablo Cháves
ASESORÍA CIENTÍFICA Alicia Navarro

FORMACIÓN

DISTRIBUCIÓN Y COORDINACIÓN DE PRODUCCIÓN Cal Producciones
COORDINACIÓN TÉCNICA Txisco Velasco
DISEÑO ILUMINACIÓN Antonio Valiente AAI
SONIDO Víctor Tomé
MAQUINARIA Jorge Limosnita
ASISTENCIA EN ILUMINACIÓN Suh- Güein

EN COLABORACIÓN CON Una Producción del Museo Ca2m
CON EL APOYO DE Corral de La Morería

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