«Sin romper el Flamenco»

Olga Pericet - Jerez

Olga Pericet - Jerez

Texto: Estela Zatania

Fotos: Ana Palma

XXI FESTIVAL DE JEREZ
Olga Pericet
«La espina que quiso ser flor, o la flor que soñó con ser bailaora»
Martes, 28 de febrero, 2017. Jerez de la Frontera

Especial XXI Festival de Jerez – Toda la información


Baile: Olga Pericet. Cante: Miguel Ortega, Miguel Lavi. Guitarra: Antonia Jiménez, Pino Losada. Colaboración especial en baile y palmas: Jesús Fernández.Dirección artística, coreografía y baile: Olga Pericet. 

El veintiocho de febrero, Día de Andalucía, la galardonada bailarina y bailaora Olga Pericet presentó su nueva obra “La espina que quiso ser flor, o la flor que soñó con ser bailaora”.  

La protagonista ya dijo en la rueda de prensa, que lo que presenta es una fusión entre flamenco y teatro.  A mi juicio, esta obra es la que la artista lleva tantos años buscando, con más o con menos éxito.  Normalmente las palabras “arriesgada creación”, o “registro novedoso”  me inspiran el mayor escepticismo, porque a menudo disimulan una falta de contenido, y el deseo de dar la nota como sea.  Pero Olga Pericet se mueve con soltura y credibilidad por la innovación que despacha con inteligencia.  

El empedernido aficionado al flamenco no necesita un montaje teatral para disfrutar de este arte. Pero si ha de haberlo, esta obra demuestra un camino viable, que no contradice la esencia del flamenco, que de hecho, huele a flamenco. Y esto se debe en gran parte al papel destacado del cante.  Con dos cantaores de primer nivel, como son Miguel Ortega y Miguel Lavi, difícilmente se pierde el hilo flamenco como tantas veces ocurre con trabajos que hacen caso omiso del cante.  También contribuyen al éxito de la obra las guitarras de Pino Losada y Antonia Jiménez, ésta última que nos recuerda que es mujer cuando se dispone a tocar, no sin antes sacar espejo y pintalabios para retocar el maquillaje.  Hay numerosos toques cómicos realizados con naturalidad.  

La polifacética Olga Pericet demuestra su capacidad técnica con escuela bolera, que desemboca sin costura en bolero, pero ya tipo Machín, juega al fútbol ella solita, hasta marcar un gol que celebra con el jaleo y bailecito asociados.  Tangos sin música y con su peculiar ange.  Fragmentos musicales, una malagueña fantasiosa, bulerías que sólo se pueden describir como oníricas, tanguillo, alegrías, fandangos por soleá que recuerdan “El embrujo del fandango” de Carmen Amaya, una guajira bella y fresca donde se cuelan la soleá de Carapiera y otros cantes afines.  Olga es para el baile, lo que Ferrán Adriá para la cocina; mezcla elementos habituales de forma ingeniosa.  También conoce el valor del silencio, la ausencia de música como elemento poderoso.

A todo esto, el bailaor invitado, Jesús Fernández, es arte puro, poderío flamenco a la gaditana, precisión técnica, un portento.

Y la sorpresa final cuando Olga se presenta de forma semi desnuda, y luego en la oscuridad con luces que le marcan el cuerpo como visión espectral mientras suena una milonga.  Empujando los límites “sin romper el flamenco”.


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