19 de octubre. VÍCTOR MONGE “SERRANITO”. Como un sueño. Víctor Monge “Serranito”; Paco Vidal y Javier Conde, guitarras; Cary Rosa Varona, chelo; Eva Durán, cantaora; Víctor Monge, percusión; Ángel Muñoz, palmas y baile; Noé Barroso, palmas y baile. Teatro del Canal. Madrid.
Uno tiene la sensación de que Madrid le debía esa noche a Serranito y ahí estábamos aplaudiendo a una de nuestras grandes figuras de la guitarra cuando casi tenemos que narrar una desgracia en la página de sucesos. El protagonista visiblemente emocionado se acerca al público que, puesto en pie le brinda uno de esos aplausos sinceros y sin retóricas. Un aplauso de los de verdad. Víctor Monge había cumplido con todos los niveles de “autoexigencia” que en la guitarra son muchos y variados y sin aliviarse en la interpretación de su disco de 1994 “Ecos del Guadalquivir”.
Después de hora y media larga de concierto el maestro de la guitarra ofreció unos pasos de baile y en el éxtasis final el técnico de operar el telón estuvo a un metro de causar una desgracia en la persona más feliz de la noche. Uno supone que los empleados del teatro tienen un horario, y prisa por cumplirlo, pero tenemos que recordar que en el arte las prisas nunca son buenas.
Contaba este fin de semana Felipe Conde que la guitarra es uno de los instrumentos más difíciles que existen ya que “es el artista el que tiene que encontrar la nota y fabricarla”. En un piano pulsas una tecla y la nota aparece (luego lo difícil es el estilo encontrar a Barenboim, Dorantes o Thelonius Monk). El guitarrero lo contaba en la casa de Paco de Lucía en Toledo delante de dos monstruos del instrumento: Jerónimo Maya y Rycardo Moreno que ponía cara de asombro ante el concierto de Serranito que en los años setenta protagonizó la gran revolución de la guitarra flamenca de concierto en todo el planeta junto a Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar que en la reciente emisión de “Imprescindibles” contaba que la guitarra es muy celosa, “si te olvidas de ella no te da… NADA”.
Con más de sesenta años de oficio. Víctor salió a escena junto a su grupo y en las tres primeras interpretaciones asumió los galones de protagonista, interpretando algunos de las composiciones del disco dedicado al Guadalquivir, luego se esfumó un rato para que cobrara protagonismo su grupo y así escuchamos brillar a Paco Vidal y Javier Conde que aprovecharon el momento para mostrar rasgos de su talento en la guitarra. A destacar el cante de Eva Durán muy ajustado al guión como las percusiones de Víctor Monge (que ya se ha quitado el junior) y el compás de dos bailaores Ángel Muñoz y Noé Barroso (que tendrá su noche en este festival) y que sorprendió con algunos pasos de una gestualidad heredada de Marcel Marceau -¡el silencio!- todo un filón por explorar en el baile flamenco. En el violonchelo la cubana residente en la Palma (a la vera del volcán) Cary Rosa Varona tuvo que esperar hasta la desembocadura del Gualdalquivir (y del concierto) para hacer un solo flamenquísimo que no pasó desapercibido para el respetable.
Serranito que le había dedicado el concierto a su esposa (ausente por enfermedad) recibió la correspondiente tanda de oles, vítores y flores y pasó a las bulerías de rigor sin acomodarse los cables y la petaca del sonido por lo de las prisas del teatro. Luego ocurrió el frenazo que tuvo que pegar “el-del-telón” que se coló en la gran noche de Víctor Monge “Serranito” en su ciudad. Nos queda la extensa biografía firmada por JM Gamboa (El flamenco Vive) y la sensación de haber compartido momentos con un músico y un ser humano excepcional que ha posibilitado el brillante panorama de la guitarra flamenca contemporánea.
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