Espectáculo: Ser de Luz. Flauta y Saxo: Sergio de Lope. Cante: Matías López ‘El Mati’. Bajo: Juanfe Pérez. Batería: Javier Rabadán. Guitarra flamenca: David Caro. Guitarra eléctrica: Daniel Arjona. Lugar: Teatro Lope de Vega de Sevilla. Fecha: Sábado, 27 de marzo. Aforo: Casi lleno.
Al llegar al teatro el cantaor Alejandro Villaescusa bromeaba con que por la horita parecía más bien que estábamos entrando a un ‘after’. Y lo cierto es que en cuanto se apagaron las luces y sonaron los primeros acordes de la nana Madre tierra, que abre el nuevo disco del flautista y saxofonista Sergio de Lope, empezamos a entrar en una suerte de trance que nos duró horas. Hasta el punto de que había quienes, ya entrada la noche, seguían comentando por ahí que venían del concierto del cordobés como si acabara de terminar porque, de algún modo, aún les duraba el efecto de la adrenalina musical inyectada a las 12 de la mañana. ¡Qué alegría!
Lo de Sergio de Lope y su banda es una propuesta estimulante y enérgica que contagia de buen rollo e invita a reactivarnos y “conectarnos con lo que nos rodea”, como comentó el propio artista. Y lo hace creando una atmósfera envolvente e intensa que navega por infinidad de influencias musicales (desde el jazz al rock progresivo pasando por los ritmos latinos y el flamenco, con el universo Morente como la guía), y juega con la polirritmia, los volúmenes y la ruptura de los compases, obligando al espectador a estar alerta siempre.
Especialmente motivadores resultaron temas como los fandangos, titulados Candela (con un Mati pletórico), los tanguillos Dieron que hablar, el garrotín y guajiras Ser de luz, un garrotín y guajiras o los tangos del buenro, que bailó una elegante, sensual y contundente Ana Morales, quien también regaló uno de los momentos mágicos de esta mañana-nocturna con una saeta-soleá en la que De Lope recordó a Riqueni con su Amarguras. Sin duda, un oportuno guiño a la Semana Santa en este sábado de Pasión sin procesiones en la calle que, sin querer, reflejó también la filosofía de un grupo que no se entendería sin ese diálogo que mantiene con la tradición.
En cualquier caso, ante todo Ser de luz es un proyecto compacto, coherente y equilibrado, en el que se percibe el aprendizaje, la búsqueda y el entendimiento de todos los músicos. Aquí, no hay nada ingenuo ni gratuito entre otras cosas porque el sonido que busca esta banda es fresco pero profundo, con intencionalidad. Y nada efectista ni presuntuoso, algo que se agradece en este tipo de formaciones donde los egos muchas veces oscurecen la propia musicalidad. Al contrario, estos creadores ponen su talento al servicio del tema en cuestión, enriqueciéndolo cada uno con sus matices y consiguiendo así que resulte más interesante porque deja que sea el público quien ponga el foco o el oído.
Es verdad que en lo escénico echamos de menos una mayor interacción (o incluso sonrisas) entre ellos porque resultaron demasiado estáticos para lo que reclamaba el repertorio y el público, al que le costaba mantenerse quieto en la silla cuando los vientos de De Lope parecían elevarnos del suelo. Claro que puede que a esta sobriedad contribuyera también la dichosa horita, con lo que tendremos que ir a disfrutarlos más veces (ojalá en festivales al aire libre) y seguir celebrándolo para remediarlo.
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