Sebastián Cruz estrena su disco “Zarabanda” en el FIAS
Hay conceptos futbolísticos que se pueden trasladar al arte. ¿Recuerdan cuando la selección hacía santo y seña de la “Furia española”? Eran tiempos en los que Zarra era la mejor cabeza de Europa después de Churchill. Probablemente el concepto nació con una frase entonada con acento vasco:
-A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo.
Dicho y hecho. Belauste cabeceó el pelotón que se introdujo en la portería junto a cuatro suecos y el propio Belauste, capitán de la selección masculina de fútbol durante los juegos olímpicos de Amberes de 1920.
Belauste no lo sabía pero acababa de arrimarse a la revolución dadaista que en aquellos años proclamaba lo irracional y lo absurdo, el escándalo y la provocación.
Estamos en los teatros del Canal en el Festival de Arte Sacro y comienza a sonar una zanfona, instrumento medieval que se ejecuta con una manivela. Se abre el telón y vemos un escenario inundado de humo y atravesado por los focos laterales. Es una serrana interpretada por el lado oscuro. Luego la voz flamenca de Sebastián Cruz contrasta con la estridencia sónica de una gaita gastoreña. El cantaor entona por malagueña:
“Se me apareció la muerte
cuando intenté de olvidarte
como la vida es tan amable
volví de nuevo a quererte”
Remata con un abandolao que me quita a Dar Vader de la ecuación y me sitúa en algún lugar del folklore de la galaxia.
El disco de Sebastián Cruz “Zarabanda” es uno de esos artefactos que vas entendiendo a cachos y malamente y que no puedes sacarte de la cabeza sin resolver los enigmas estéticos que arrastra. Tres letras de Lope de Vega, una de Edgar Alan Poe y varias tradicionales que nos sitúan entre el siglo XVII y alguna pesadilla.
Sebastián Cruz desvela que el origen de Zarabanda fue la banda sonora de la película “todas las mañanas del mundo” interpretada por Jordi Savall. Esta misma semana hemos visto a otro portentoso intérprete de viola de gamba Fahmi Alqhai al frente de su Accademia del Piaccere con la portentosa Patricia Guerrero en una historia de preflamencos y negros en el siglo XVII en el escenario del Auditorio nacional en el que me encontré con Chema García Martínez (ex-critico de jazz de El País) que disertó la pasada semana en Casa de América sobre la influencia de negros y gitanos en el samba brasileño con la presencia de Jesús Cosano que ha reeditado y ampliado el libro “Hechos y cosas de los negros en Sevilla”.
En resumen, ahora estamos viviendo la recuperación de la memoria preflamenca en la que interviene decisivamente la negritud. Añadan el “Tres golpes” de Perrate, repasen el libro del Faustino Núñez “América en el flamenco” y lo pueden agitar con los disco recopilatorios “Gipsy Rhumba” y “Gipsy Power” y alguna playlist de mi autoría como “Mucho trap un poco de flamenco y algo de hip hop” (2017) y comprobarán que negros y gitanos han estado juntos y revueltos haciendo música por efecto directo de la marginación sufrida por ambas comunidades desde el siglo de oro hasta nuestros días.
Dice el presunto instigador de la propuesta Pedro G Romero que lo de Sebastián Cruz son cantes de ida y huelva… y la humorada nos sirve para abordar el asunto de las vanguardias. Recordamos que la inspiración original del disco “Zarabanda” era la viola de gamba que ni suena en el disco ni suena en directo, sin embargo queda un aroma de la música barroca interpretada por -ojo al dato- Raul Cantizano a la guitarra y zanfona y director musical del asunto que preserva la voz flamenca y la rodea de la vanguardia sonora del siglo XX. Suenan disonancias y otros disparates ajenos a lo que los flamencos (y los barrocos) aceptan por costumbre con el añadido de las percusiones de Antonio Moreno que, a ratos, nos parecen que retan al compás aceptado y legítimo.
El cantaor mantiene su discurso recordando la capacidad melódica de Enrique Morente frente al ruido de Lagartija Nick en el Omega. Sin embargo, el discurso sonoro se desarrolla en un aceptable plano acústico, sin romper la barrera de la new age. De manera que podemos resumir el resultado como de vanguardia de salón o de capilla, el contrabajista Marco Serrato exhibe delicadeza al crujir de las cuerdas con la madera mientras que el clarinete barítono de Gustavo Domínguez anticipa los sonidos que darán lugar a los acordeones.
El público asiste a la ceremonia con un punto de sorpresa ante ese concepto de brutalidad matizada, al ruido sin levantar la voz, al susurro disonante. Vimos a una persona levantarse de la silla cuando hemos asistido ante desbandadas que han dejado a los músicos en mayoría. Recordamos especialmente a Ornette Coleman vaciando el velódromo de Anoeta en Donosti con una mezcla de free-jazz y funk.
Raúl Cantizano nos había dejado huella a ritmo de ventilador o con una falseta deslumbrante para cualquiera que tenga orejas y al final se acercó a lo de la furia española con su guitarra eléctrica y saludando como saludan los heavys y acompañando los fandangos del bis con distorsión.
“Zarabanda” es uno de los discos del año, pero para muchos flamencos lo será del siglo si atendemos a lo que tardan en apreciar las bondades de la innovación. El día anterior los implicados ofrecieron una charla con el título: “De la creación flamenca o cómo volver a donde nunca se ha estado” que ilustra el estado de la ecuación. Ahora la tendencia es a crear con carácter retroactivo, imaginando lo que pudo ocurrir si hubiéramos estado allí gracias a la maquina del tiempo de H,G, Wells, por ejemplo.
Total que las vanguardias ya no son lo que eran… y el fútbol tampoco. Veo que los dos primeros goles del Athletic (el equipo de la liga con más españoles) han sido fabricados por los hermanos Williams y que la selección española que juega de maravilla está compuesta por mujeres, alguna gitana y varias negras.
FESTIVAL INTERNACIONAL DE ARTE SACRO. Teatro del Canal. SEBASTIÁN CRUZ
Sebastián Cruz, Voz. Raúl Cantizano, Guitarras y zanfona, Marco Serrato, contrabajo.
Gustavo Domínguez, Clarinete barítono, gaita gastoreña y flauta rociera. Antonio Moreno, percusión
Fotogfrafías & vídeo @Manjavacas.flamenco
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