Espectáculo: ‘Vuela‘. Dirección, guion, coreografía y baile: Sara Baras. Cuerpo de baile: Daniel Saltares, Chula García, Charo Pedraja, Cristina Aldón, Noelia Vilches, Marta de Troya, Carmen Bejarano. Guitarras: Keko Baldomero (dirección musical) y Andrés Martínez. Percusión: Antón Suárez y Manuel Muñoz ‘El Pájaro’. Cante: May Fernández y Matías López ‘El Mati’. Saxofón, armónica y flauta: Diego Villegas. Chelo: Ivo Cortés. Iluminación: Oscar de los Reyes. Vestuario: Luis F. Dos Santos / Textos: Santa de Yepes. Lugar: Teatro Villamarta. Festival Flamenco de Jerez de la Frontera. Fechas: 23 y 24 de febrero de 2024.
Con el teatro lleno por segundo día consecutivo y el público en pie Sara Baras se despedía de Jerez para iniciar una apoteósica gira mundial con su homenaje a Paco de Lucía en la que con toda seguridad se repetirán los sold out y los vítores, como en cada una de las propuestas que ha llevado a escena en los últimos veinticinco años. Que se dice pronto.
Su tenacidad y su trabajo incansable, su defensa de un baile luminoso de altos vuelos que sigue sorprendiendo por la precisión de sus giros y la velocidad de sus pies, y el cuidado con que aborda cada detalle del espectáculo (con mención especial a la vertiginosa y deslumbrante iluminación) mantienen a la gaditana en la cúspide de los flamencos universales. Ofreciendo un discurso preciosista y accesible, que no sólo se entiende en cualquier parte del planeta, sino que atrae a esos espectadores, ajenos a lo jondo, que consumen todo lo que prometa una gran experiencia. A ser posible instagrameable.
El suyo, por tanto, es un arte amable y complaciente que se construye sobre reconocibles metáforas y que no pretende cuestionar ni profundizar en el relato o en el movimiento más allá de lo visual. Quizás por eso, visto ahora, en un momento de absoluta efervescencia creativa de la danza jonda, que claramente va por otro camino, la estética e incluso el baile de Sara Baras resulta desfasado y caduco. Como si nos costara asumir (o creer) ya esta fórmula de luces y acción, que aleja de la emoción real.
Es decir, a nivel coreográfico, este ‘Vuela’ es una sucesión de piezas coloristas sobrecargadas de efectos en las que ni en lo coral ni en lo individual encontramos nada nuevo. Pese a que nos siga atrapando el vuelo de la falda de Baras en sus giros o el poderío que mantiene en sus carretillas y remates. A nivel musical, composiciones rítmicas que llegan a resultar machaconas y chirrían por los excesivos cortes donde no se deja espacio alguno a la naturalidad (ni siquiera en la pataíta por bulerías). Y en lo escénico un espectacular despliegue de recursos que recuerda a aquellos pretenciosos noventa de olimpiadas y exposiciones universales.
Por supuesto, como en todos los trabajos de la artista, hay garantía de calidad y un absoluto respeto al arte que lleva por bandera. Y Sara Baras en todo su esplendor.