Salomé en familia Madrid, 3 de abril 2003
Centro Cultural Rafael de León.
La
tarde del pasado jueves tres de abril, Salomé Pavón
y su gente volvieron a mostrar su arte al público madrileño.
Fue una tarde muy sentimental, casi en familia, en el recoleto
auditorio del Centro Cultural Rafael de León.
Posteriormente a la presentación de Juan Verdú
y la entrega de una placa conmemorativa al maestro del piano,
Arturo Pavón, comenzó el espectáculo.
Ya sentado don Arturo frente a su instrumento y bajo la atenta
mirada de su hija Salomé, el genio hacía sonar
cada una de las teclas. «Eso es un piano cantando»
gritaba desde segunda fila un señor. Salomé
respondía con oles. Gran ovación. Una vez ya
puestos en lugar, un cante por media granaína, con
la compañía del piano.
Hay que recordar que Salomé, además de ser
nieta de Manolo Caracol (lo cual la incluye en la saga de
los Ortega) e hija de Luisa Ortega, a través de su
padre es sobrina nieta de Tomás Pavón y Pastora
Pavón, «La Niña de los Peines». Esto
es debido a que su abuelo Arturo Pavón, cantaor y de
homónimo nombre que su hijo pianista, es hermano de
ambos cantaores. Por eso mismo, para homenajear a su familia
por parte de padre, continuó haciendo cantes de Tomás.
Con la lujosa base acompañante de su padre y la guitarra
de Pepe Habichuela, se alternaban seguiriyas, oles, falsetas
en las que dialogaban teclado y sonanta, toná, más
oles, debla… y mucho arte.
Se mostraba bien la voz de Salomé ahora homenajeando
a Caracol, la cual sigue la costumbre de su abuelo Manolo
del cante a media voz, lo cual define con maestría
la mesurada frontera entre el sentimiento y el espectáculo
cantaor. Seguiría a continuación una de las
anécdotas de la tarde, cuando a Pepe Habichuela se
le partió la cejilla y hubo que buscar otra. Minutos
en que Salomé demostró tener suficientes tablas
a pesar de su temprana profesionalización, hablando
de lo que hiciera falta, y homenajeando a su mánager
Verdú. Una vez encontrado repuesto al complemento del
toque, siguió el espectáculo. Gran momento cuando
se levantó de la silla y empezó a pasear por
el escenario mientras cantaba la famosa letra de «en
la noche de mi pena…». Se escuchaba mejor ahora sin
ayuda de medios electrónicos amplificadores. Letras
para unos oles. Había tanto espectáculo en el
escenario como en la primera fila del patio de butacas, con
una Luisa Ortega que se salía de la butaca escuchando
a su hija.
Posteriormente a unos fandangos caracoleros, llegó
la hora del cierre oficial y los extraoficiales. Preguntó
Salomé al público si querían unas bulerías
o unos tangos. El público respondía que ambos
cantes. Luisa desde abajo empezó a decir que bailara
Jordana, hermana de Salomé y sentada junto a su madre.
Al final, la cantaora convocó a su hermana a que subiera,
pero comprometiendo a su madre a subir posteriormente. Aquí
está lo mejor de los espectáculos que hagan
integrantes de ésta familia, con tantos artistas entre
el público suelen ocurrir estos imprevistos,suelen
terminar todos sobre el escenario. Después de unas
bulerías que Jordana bailó descalza, subió
la madre, Luisa Ortega. Improvisadamente después de
dialogar con su marido Arturo en el mismo escenario y ante
todo el público, acordaron interpretar un tema compuesto
para ella por Rafael de León en el espectáculo
«La copla nueva». Aquel que estrenaría en
la parrilla del sevillano Hotel Cristina en el año
1951, recién llegado su padre de una gira americana
con Pilar López. Y consiguió terminar de arrancar
con su viento al aire… en una tarde mucho más que
digna para el recuerdo.