Texto: Sara Arguijo
Fotos: Adam Newby
13 de noviembre 2015 – Teatro Quintero de Sevilla
Varekai Guitarra: Rycardo Moreno Teclado: Toni Romero Bajo: Josué Ronkio Percusión: Poti Trujillo y Manuel Moreno Palmas: Manuel Valencia Artistas invitados: Los Makarines, Alba Molina, Ana Fernández, Esperanza Fernández, Lin Cortés, Raimundo Amador Lugar: Teatro Quintero de Sevilla Fecha: 13 de noviembre Aforo: Lleno
Flamenco Session con Rycardo Moreno
Rycardo Moreno lleva años haciendo run run en la música no sólo por su guitarra sino por su labor como productor, arreglista y compositor de artistas como Alba Molina, Tomás de Perrate, Dorantes, Juan Peña El Lebrijano y por sus colaboraciones con otros como Jorge Pardo, Alejandro Sanz, Raimundo Amador o Esperanza Fernández. Sin embargo, de un tiempo para esta parte el nombre de este lebrijano se ha ido imponiendo por sí sólo entre los aficionados, gracias a un personal estilo que combina las influencias jazzísticas con el soniquete flamenco de Lebrija y los aires caribeños y que ha sabido plasmar en Verakai, el disco que presentó este jueves en Sevilla.
Es cierto que además ayudó a la atmósfera los muchos artistas invitados con los que contó el guitarrista: Los Makarines, Alba Molina, Ana Fernández, Esperanza Fernández, Lin Cortés, Raimundo Amador, y ‘el tío Manuel Molina’, a cuyo recuerdo quiso dedicarle Moreno la noche. También un público entregado, y distinto al de otros circuitos flamencos, que saben gritar oles a propuestas que ya no hablan de ortodoxia sino que indagan y proponen discursos musicales modernos, añejos, cosmopolitas, de atmósfera minimalista y envolvente y de enorme calidad. Y, por supuesto, los excelentes músicos de los que se acompaña, entre los que destacó el virtuoso toque de Josué Ronkío con un bajo eléctrico que daba pellizcos.
Lo que desvela Varekai (en cualquier lugar, en romaní) es, por tanto, un universo de culturas, de sonidos diferentes, de guiños en los que las vivencias primeras se van inundando de las experiencias que llegan y que están por venir. Porque, como Galeano cuenta en El poder de la palabra, a este hombre “la gente se le sale por los poros”. De ahí, su sensibilidad y el rollo que saca de su púa.