Rocío Molina «Bosque Ardora» – Bienal de Flamenco. Reseña & fotos

Rocío Molina

Rocío Molina

Texto: Estela Zatania

Fotos: Antonio Acedo

XVIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Lunes, 29 de septiembre, 2014. 2030h. Teatro de la Maestranza.

XVIII Bienal de Flamenco de Sevilla – Toda la información

HADA, AMAZONA Y DIOSA EN EL BOSQUE ENCANTADO

Coreografía, dirección artística y musical: Rocío Molina. Dramaturgia, dirección artística y concepto de la idea del material videográfico: Mateo Feijoo. Dirección musical, composición y arreglos para cantes: Rosario «La Tremendita». Composición de guitarra original y arreglos para trombones: Eduardo Trassierra. Composición original para trombones de la pieza 'Mandato': Dorantes. Bailarines: Eduardo Guerrero, Fernando Jiménez. Músicos: Eduardo Trassierra (guitarra), José Ángel Carmona (cante y bajo eléctrico), José Manuel Ramos 'Oruco' (palmas y compás), Pablo Martín Jones (batería y electrónica), José Vicente Ortega Sierra 'Cuco' y Agustín Orozco (trombón).

El bosque como microcosmos y vehículo para contar una historia, se ha aprovechado muchas veces, pero nunca con tan onírico resultado, ni con el pretexto de presentar una obra de baile flamenco.  Tampoco se ve todos los días «clases de equitación» en la ficha técnica de un espectáculo de la Bienal de Flamenco de Sevilla, y estoy casi segura de no haber visto antes tocar el trombón en un espectáculo flamenco.

Todo esto y más encontramos en la nueva obra, estreno nacional, de Rocío Molina, «Bosque Ardora»; hasta el título huele a misterio y ambigüedad.  La larga sinopsis describe el papel de la bailaora en esta obra como el de «hada, amazona y diosa».   Esas mismas palabras casi podrían servir también para describir la personalidad artística de Rocío la «danzaora» como se titula otra de sus obras.

La suya es una inquietud casi sin límites, y no siempre acierta.  Pero su extraordinaria capacidad técnica, su desbordante imaginación y su valentía artística…¿quién merece llamarse artista si no se arriesga?…le han convertido en uno de los personajes más fascinantes del panorama actual del género.  

Bosque Ardora dista mucho del flamenco convencional.  Es más bien un happening fantasioso con motivos flamencos.  Rocío aparece en el vídeo de presentación cabalgando al galope en las orillas de un lago, se cae al agua, un perro se le acerca y a partir de allí las cosas se ponen más misteriosas todavía.  La obra representa una jornada imaginaria en el bosque, con árboles que cuelgan invertidos desde el techo, zapatos que hacen chispas, un par de hombres que tocan el trombón, a veces sin hacer ruido alguno, y bailaores de pecho desnudo y pantalón corto que logran hacernos creer que son peligrosos, porque también hay eso, la omnipresente amenaza de los machos al acecho, y un trasfondo erótico del dominio del hombre sobre la mujer que se deja seducir.

Con Eduardo Trassierra a la guitarra, el versátil José Ángel Carmona canta unos tangos a Rocío acompañándose al bajo eléctrico, y la bailaora nos permite un ratito por soleá además de algún hilo melódico de la serrana, pero sólo un ratito, en el bosque hay asuntos más importantes que atender.

La escena final con un misterioso brujo-fantasma-coco vestido de paja con la cara tapada, y que apenas camina con unos chanclos de madera imposiblemente elevados, es una imagen digna de película de terror, un «fin de fiesta» que nada tiene que ver con las pataítas por bulerías.

Más tarde, en el amplio patio del Espacio Santa Clara, dos voces flamencas mano a mano, las de Pedro el Granaíno y Miguel Lavi, compartieron recital.


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