Texto y fotos: Estela Zatania
José Menese, Pepe Torres, La Moneta…
XLIII Reunión de Cante Jondo
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FLAMENCOLANDIA Cante: Cancanilla de Málaga, Ana Ramírez “La Yiya”, Rubito hijo, José Menese, Diego Clavel. Guitarra: Antonio Carrión, Manuel Herrera. Baile: Pepe Torres y su grupo. Fuensanta “La Moneta” y su grupo Ese olor a romero, ese ambiente de respetuosa afición, ese cartel sin concesiones… Debo estar en la Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla. Si los festivales clásicos están agonizando como afirman algunos, no es culpa del formato ni de la organización: es la preocupante, y cada vez más marcada escasez de intérpretes tradicionales. Pero en la gran tradición de “si no puedes vencerlos, únete a ellos”, ahora se presentan festivales de larga duración académica o expositiva, y corta duración musical, donde la palabra “jornadas” a veces sirve de eufemismo para “no hay artistas para llenar el cartel, así que vamos a exponer, conferenciar y dar cursillos”. No es que estas actividades paralelas no sean válidas o importantes, sino que hay un desequilibrio, y está tomando forma un modelo de “festival” más sesudo que enduendado.
Luego dicen que si las neveras. Si no son las neveras que arman jaleo, sino las personas que las lleven. Y si casualmente son moriscos, puedes estar seguro que no habrá ni un “¡ole!” a destiempo. Gracias don Francisco Moreno Galván y don José Menese Scott por haber creado este flamencolandia a su visión y criterio hace 44 años. Porque me hace más fácil la difícil tarea que he asumido de defender el formato clásico del auge de los festivales de cante. Como en todos los festivales de cualquier formato, ha habido años flojos en el festival de La Puebla. Anoche no fue uno de ellos. De hecho, para cuando una señora desconocida me ofreció una copita de manzanilla y un pinchito de tortilla hecha por ella, justamente cuando estaba sonando la segunda siguiriya de la noche, creí que me habían transportado a 1971 cuando asistí por primera vez a este venerable acontecimiento. Al compañero Juan Vergillos le tocó presentar el festival de este año que empezó, como todos los años, con guitarra, en esta ocasión las de los maestros, y no es una palabra que empleo a la ligera, Manuel Herrera y Antonio Carrión, que también se ocuparon del acompañamiento de los cinco cantaores del programa. Por soleá, aquí en el corazón de la campiña sevillana, donde el cante se entiende de otra manera, y los fantasmas de grandes figuras todavía circulan entre olivos y algarrobos, este noble palo adquiere vida propia y huele a Andalucía profunda. El numeroso público está pendiente de cada nota, y jalea las falsetas mejor logradas. ¿Dónde ves esto hoy en día?
Ajustándose a las realidades económicas actuales, pero sin ceder un ápice de dignidad, la organización programó a cuatro cantaores de La Puebla, y sólo uno de fuera. Ana Ramírez “La Yiya” tiene el aspecto físico de la típica nena de academia de cante, pero su aportación va mucho más lejos. Después de malagueñas y abandolao, interpretó unas siguiriyas francamente conmovedoras. Soleá por bulería, acordándose de la Moreno y aterrizando limpiamente en Jerez donde “Dios le mandó un castigo mu’ grande”. Terminó su intervención con caracoles, y podemos dar las gracias a Menese por haber cultivado estos cantes en desuso. Rubito hijo, uno de los dos Lámparas Mineras pertenecientes a La Puebla, cantó por solea, alegrías y siguiriyas…clásico, competente, sin grandes sorpresas. Por bulerías francamente sabrosas, aportó interesantes detalles personales. Bis de fandangos sin amplificación. Cancanilla de Málaga, anteriormente “de Marbella”, es un cantaor en la línea clásica y pre camaronera de Antonio Mairena, como se nota por sus conocimientos, compás y una poderosa voz natural. Soleá sabiamente ligada, tientos tangos y siguiriyas, desde la del “moro” hasta los “dos días señalaítos”, refrescadas con inteligencia y buen gusto. Por bulerías, genial, inspirado, estilizado, sentando cátedra por compás y chufleando sin miramientos, pone al público en pie por primera vez esta noche.
El presentador aprovecha la actuación de Pepe Torres, para destacar que el bailaor es descendiente de Diego del Gastor del pueblo vecino de Morón de la Frontera. Con un excelente equipo cantaor compuesto por Enrique Extremeño, Moi de Morón y Guillermo Manzano, y los hermanos Iglesias, Miguel y Paco a la guitarra, la sobriedad y elegancia del baile de Pepe, que tanto gusta en La Puebla, pudo lucir bien a pesar de unos problemas técnicos con la amplificación. En el fin de fiesta por bulerías, el Extremeño se entregó como si su vida dependiera de ello, y las tres voces broncas, con Pepe chorreando compás y ‘ange’, nos dejaron exhaustos de tanta emoción. Las dos y media, y sólo vamos por la mitad, ¡que no es queja! Nuevamente el dúo instrumental para abrir, y nuevamente genial. Diego Clavel, discreta figura del cante de este pueblo, y posiblemente el más estudioso y entregado, empieza secamente: “Buenas noches…por granaína”. Después, “liviana, serrana y María Borrico”, y los menos iniciados agradecen el ánimo didáctico. Romance y malagueñas de Chacón y Peñaranda con abandolao cierran la digna actuación de Clavel, que tuvo que disculparse un par de veces por su voz algo traviesa esta noche, sin que a nadie le importara. A la trayectoria profesional de la bailaora granadina Fuensanta la Moneta de 26 años, no se le puede aplicar aquel lugar común de “meteórica”. Desde su larga formación de adolescencia en la cueva sacromontina de La Rocío, hasta el máximo galardón al baile en La Unión en el 2003, y posteriormente pasando por diversas compañías, es una joven currante del baile. Ha flirteado con el vanguardismo sin llegar a abandonar la línea clásica, los lunares y el ramillito de romero en la cabeza que orgullosamente ostenta. De hecho, es la más joven figura del baile de corte tradicional hoy en día. Agua bendita dirían algunos. Un imposible anacronismo dirían otros. Aquí en La Puebla es la diosa del baile, precisamente por su concepto conservador, y es la cuarta vez que figura en el cartel. Igual que Pepe Torres, ha sabido reunir buenas voces, las del jerezano Miguel Lavi, y del moronense David el Galli, además de las mismas excelentes guitarras de los hermanos Iglesias. Bailó por soleá y por siguiriya con su característico temperamento y energía. Es un baile intenso de mucho empaque que con el contraste de momentos tranquilos y sutiles quedaría espectacularmente favorecido. Cuando programan a José Menese al final, es porque saben que es el cantaor de La Puebla que mayor número de admiradores tiene. Y lo quieren más allá del bien y del mal, porque ha habido noches de ambos extremos, y su gente no le abandona nunca. En esta ocasión, afortunadamente, no había que perdonar demasiado, a pesar de algún que otro gallo posiblemente huido de Morón, a lo largo de un mini recital que incluía romance, caracoles, tientos, soleá, peteneras y siguiriyas. Y los que no han querido aguantar hasta las 6:30 de la mañana para la tradicional ronda de tonás y el fin de fiesta, eran libres de marcharse, opción que eligieron muchos después de la actuación del querido hijo predilecto. |