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XLII
FESTIVAL INTERNACIONAL DEL CANTE DE LAS MINAS
7 – 17 agosto, 2002 La Unión
(Murcia)
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«AY LI-LI
LI-LI-LIANDA…»
Francisca Méndez Garrido 'Paquera de Jerez', cantaora.
Con ese grito de guerra, la noche del 13 de agosto La Paquera
de Jerez, acompañada por su inseparable Parrilla de Jerez,
captó la atención del multitudinario público
congregado en el Mercado Público de La Unión convertido
en la 'catedral del cante', un lugar más acostumbrado a los
dulces y nostálgicos hilos de voz que retratan los autóctonos
cantes mineros. Este año el festival de cante de La Unión
fue dedicado a la cantaora jerezana que disfrutaba al máximo
cada instante del caluroso homenaje, desde su llegada triunfal al
ayuntamiento de La Unión, saludando a la plebe con gestos
propios de una monarca británica, hasta su bien recibido
recital. Nadie comprende como a sus 68 años cumplidos, sigue
con esa trompeta de voz tan clara y aplastantemente potente como
cuando inició su carrera hace más de medio siglo,
pero su público, que a estas alturas parece estar en auge
después de un primer viaje a Japón el pasado enero,
no hace preguntas y se limita a gozar con «la reina de bulería»,
una fuerza de la naturaleza en túnica de lentejuelas.
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Antonio Canales
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Isabel Bayón
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Manuela Carrasco
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Milagros Mengíbar
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El festival de La Unión está estructurado en dos
partes. Primero las galas de figuras reconocidas, y luego un concurso
de cante, baile y guitarra donde los premios principales son la
Lámpara Minera, el Desplante y el Bordón Minero, respectivamente.
Este año la codiciada Lámpara Minera ha ido a parar
al cantaor de Osuna, Manuel Cuevas Rodríguez que demostró
su superioridad desde la primera noche. En el baile, la guapísima
sevillana María Ángeles Gabaldón se llevó
el Desplante con su dramática petenera, con mantón
y bata de cola, además del obligatorio baile por taranto.
El primer premio a guitarrista solista, el Bordón Minero,
ha sido para el malagueño Antonio Soto Arjona. Además
de los premios principales, y varios premios culturales para libros,
investigación, periodismo y fotografía, hay un buen
puñado de premios menores para cantes determinados.
Este año el festival de la Unión ha abierto sus puertas
a la japonesa Yoko Komatsubara que no sólo ofreció
el pregón que dio comienzo al dilatado festival, sino que
presentó su espectacular ballet la noche del 12 de agosto.
Nueve bailaoras japonesas muy competentes, con el apoyo de guitarristas
y cantaores españoles, ofrecieron una producción de
Bodas de Sangre al estilo 'gaditano', es decir de Antonio Gades.
Un espectáculo profesional, pulido y disciplinado a más
no poder, con escenografía y luces de primera categoría.
Las demás noches de gala corrieron al cargo de Antonio Canales
y su grupo, Carmen Linares, José Mercé, Carlos Piñana,
Niña Pastori y Diego Amador, éste último que
dejó cierto mal sabor cuando después de hacer esperar
dos horas a su público, tocó sólo veinte minutillos
y se marchó del escenario sin disculpas ni explicaciones.
También compartieron cartel con la Paquera las bailaores
Isabel Bayón, Milagrós Mengíbar y Manuela Carrasco.
Los días 14 a 16 fueron dedicados al concurso. Un total
de 19 cantaores, 6 bailaores y 6 tocaores solistas estaban dispuestos
a pasar ese trance de subir al escenario para que un juzgado presidido
por el veterano cantaor Antonio Díaz 'Fosforito' y compuesto
por un buen surtido de expertos en cante y guitarra juzgara sus
méritos.
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Yoko Komatsubara
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Niña Pastori
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Paquera de Jerez con
Parrilla de Jerez
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Manuel Cuevas 'Lampara
Minera'
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Antonio Soto «Bordón
Minero»
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Angeles Gabaldón
«Desplante»
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Pero la mayor atracción del festival de La Unión
no son ni las galas ni el concurso, sino el ambiente tan especial
que los organizadores logran crear. La Unión es un pueblo
tristón y gris escondido en un extremo árido e inhóspito
del territorio, a ocho horas de autobús de Sevilla, que cada
agosto, durante diez días, se convierte en el epicentro flamenco
del mundo. Artistas, concursantes, público, periodistas,
flamencólogos, aficionados de todos los colores, gustos y
edades se encuentran reunidos en los chiringuitos de los alrededores
del mercado/teatro, y hay cierta sensación de estar lejos
de casa compartiendo la misma aventura flamenca.
Aparte de los programas nocturnos, de día había presentaciones
de discos y libros, cursillos relámpago de iniciación
a la guitarra, al baile flamenco o a la cata de vinos, tertulias
coloquio en una terraza-bar cercana, exposiciones de fotografía
y artesanía, recitales de poesía, proyecciones audiovisuales…
Y de madrugada, después de las actividades programadas, el
que aún tuviera ganas de seguir escuchando cante, pudo hacerlo
en la peña flamenca de la localidad, o delante de la escalinata
del mercado disfrutando el bienvenido fresco con una cañita
y unos michirones, las típicas habas guisadas de la región.
Semifinalistas
– Concurso
Reseña:
José Mercé&Carlos Piñana / Diego Amador
– Niña Pastori
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