Cada vez que bajo la basura, me asombro de la cantidad de plástico que soy capaz de usar en dos días. Casi nada es estrictamente necesario, abundan esos plásticos que usan para que las cosas te parezcan más bonitas y apetitosas. Me fío lo justo de las campañas de reciclaje de las compañías que solo reciclan para ganar dinero. Así que después de un año y pico sin pisar la calle excepto para sacar la basura, uno vuelve al Flamenco on Fire con ganas de recuperar el tiempo y los abrazos perdidos.
En la ciudadela se presenta Frank Maza subido a un estrado donde se acompaña por ordenadores y teclados, a su izquierda hay cuatro vocalistas y un guitarrista flamenco, al otro lado dos mujeres hacen compás con las manos y a su lado aparece uno de los grandes maestros de la percusión: Israel Suárez “Piraña”.
Frank canta en inglés sobre un delicado tejido flamenco y ahí es cuando me acuerdo de mi abuela y de todas las abuelas que vivieron la posguerra con un cántaro de agua y una botella de leche y que nunca reciclaron nada porque en su casa nunca se tiraba nada. Me cuesta discernir lo esencial en la propuesta de Frank Maza y como la etiqueta es nueva y no entiendo lo que dice pues me fío de las primeras impresiones. De momento, no me deslumbra ni por la voz ni por las canciones. Pero aún así el edificio no se desmorona gracias a ese tejido flamenco mezclado con detalles soul de un coro que sabemos que es de lujo porque lo forman: Alana Sïnkey, Rut, Elsy Gomes, Myriam Latrece, Lucía De Pedros y Lea Laurent con Yerai Cortés a la guitarra. Mucho talento mezclado con juventud, belleza y futuro. Apareció Big Lois para entonar “show me” en clave urbana y un ligero soniquete de reguetón, el resultado mejora lo que se escucha en el video que acaban de subir a las redes. Big Lois estrena esta tarde (mismo escenario) su proyecto en el que mezcla música urbana con la cubana y la flamenca y nos abrió el apetito por bulerías.
CANTE A CANTE
Espero escuchar entero el disco de Frank Maza cuando lo tenga y así acabar de decidir si me gusta lo que hace. Entro en el Civivox para escuchar a Juanjo Navas un cantaor de Bilbao que le ha dedicado su segundo disco al poeta Blas de Otero, sin embargo hace un concierto de flamenco tradicional, cante a cante y finaliza con unos tangos “morentianos” en los que encaja algunos versos del poeta. Unos abrazos más adelante aparezco en el concierto de David Carpio un cantaor que la noche anterior estaba al servicio del memorable espectáculo de Manuel Liñán “¡Viva!”.
Me quedo apoyado en el quicio de la reja embobado por los melismas del cantaor jerezano. En el cante “clásico” conviene disfrutar como con el vino, con cierta mesura, sin atracarse y disfrutando de cada cante reposado y con amigos que me cuentan con un hilo de esperanza en la sonrisa el peor año de la vida que nos ha tocado vivir. El palacio de Ezpeleta es un lugar fantástico para el cante y solo faltaba Pericón de Cádiz para sacarle punta a lo de que su compadre “Ezpeleta” (un cantaor con mucha guasa) tenía un palacio en el centro de Pamplona.
Me voy encontrando a un montón de amigos de Gaz Kaló, la federación de asociaciones gitanas y me van contando lo difícil que ha sido todo para todos y nos vamos acordando de los abuelos perdidos y vamos encontrado alivio por soleá y sonrisas por alegrías.
En los próximos días la memoria y el criterio irá haciendo una criba entre el polvo, el grano y la paja ayudando a discernir el plástico que hay que desechar, pero ya les garantizo que no nos vamos a poner de acuerdo. Lo que para unos es innecesario (y molesto), para otros es «el signo de los tiempos». Eso lo dijo Prince, aunque podía haberlo dicho nuestro Príncipe Gitano.
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