Texto: José Manuel Gómez Gufi
Fotos & video: Rafael Manjavacas
Pepe Habichuela. 60 años de guitarra flamenca. Israel Galván, Miguel Poveda, Silvia Pérez Cruz, Familia Habichuela.
El actor Juan Diego pidió para Pepe Habichuela la medalla del trabajo, por sus 60 años en el tajo detrás de una guitarra y recordó cómo hace 30 años en un viaje por esos mundos junto a Enrique Morente al lado de aquellos jóvenes músicos que hoy son maestros, Pepe fue el último en irse a dormir y el primero en levantarse al día siguiente. Teo Sánchez había apuntado que el secreto estaba en los pucheros de Amparo. Y yo creo que la universalidad de Pepe reside en aquella foto con Don Cherry que hizo Mario Pacheco en la Sala la Riviera (que entonces se llamaba La Fiesta). El free-jazz y el flamenco se miraban a la cara, Pepe con su guitarra, Don con aquella trompetilla que parecía de juguete. No llegaron a tocar juntos en Madrid, lo hicieron en la sala Zeleste de Barcelona. La foto estuvo colgada durante años en el tablón de Nuevos Medios como símbolo y ejemplo. Don Cherry acababa de grabar un disco con Ed Blackwell titulado “El corazón” y de eso va sobrao el tío Pepe.
La tercera noche comenzó por Israel Galván un bailaor que representa para el flamenco lo que Don Cherry fue para el jazz, uno de esos tíos que lo hace todo distinto que, a ratos, resulta incomprensible. Un cubista entre pintores neoclásicos. Tras el solo, aparece por un lado Pepe y por el otro Miguel Poveda que grabaron juntos en el primer disco del cantaor. El trío ofreció un cuadro contemporáneo con aristas y encontronazos en el que en lugar de acompañarse los tacones retaban a los dedos y a la garganta acumulando tensión no resuelta porque Galván desapareció de un salto. Mutis.
Salió Silvia Pérez Cruz “soy un sorbete de limón entre dos platos de carne” y así de ligera cantó una canción suya que parecía una ranchera de José Alfredo y luego salió Javier Colina y cantaron una cubana y siguió con un “tiene que llover” del nordeste brasileño con una impactante versión de Luis Gonzaga y acabó de “ruiseñores” con el homenajeado.
Miguel Poveda volvió e hizo lo que suele hacer con su banda, se fue a Cádiz para bailar con muy poca vergüenza y se extendió en todos los sentidos, tardó lo suyo en contar que tenía la obligación de cantar por seguiriyas y tal, lo hizo bastante bien pero más de uno se acordó de tío Gregorio el Borrico. Podía haberlo dejado ahí, y triunfar sin condiciones, pero siguió cantando como si fuera un recital de los suyos y eso traicionaba un poco el espíritu de la reunión.
Salió Pepe Luis Carmona que intentó reproducir el espíritu de Morente, un asunto complicado. A Jorge Pardo le tocó hacer de flautista de Hamelin y reunir a toda la familia. Ya se sabe que esas cosas no se pueden ensayar pero dio la impresión de que faltó un puchero. Ahí lo importante era la presencia, la foto y la tarta.
LA JAM EN EL BERLIN
Quedaba la puntilla y según llegamos al Berlín hacía acto de presencia Pepe Habichuela que se sentó en primera fila para no perderse a Paquete con el cante de Kiki Cortiña. Salió Juan Antonio Salazar que ha dejado de lado la voz susurrante para cantar a pleno pulmón, a mi me gustaba más antes. Subió Josemi y la jam entró en ebullición momento para Tomatito e hijo que más relajados que en el Price se marcaron unas bulerías para volver a casa volando o para no volver en tres días. Otra barbaridad y ahí se acabó todo que era noche de viernes y había cola de discoteca. A ver si la tía Amparo nos pasa la receta del puchero que después de estos tres días estamos pa la uvi.
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