Texto: Sara Arguijo
Fotos: Adam Newby
Baile: Pepa Montes Guitarra: Ricardo Miño Cante: Vicente Gelo y Mari Peña Baile: Manuel Bellido y José Luis Vidal El Lebri Percusión: Juan Ruiz Artista invitado, piano: Pedro Ricardo Miño – Flamenco Viene del Sur – Teatro Central Sevilla – Martes 5 de abril Aforo: casi lleno
LAS CARICIAS DE PEPA MONTES
Salió al escenario Pepa Montes, abrió los brazos, extendió sus manos infinitas y resumió de golpe su esquema del baile jondo convirtiendo el arte en una caricia. Caricias que, como decía el poeta Jorge Guillén, son sueños, la vida más alta.
Así, con absoluta delicadeza, volvió a demostrar que el flamenco es también un refugio donde escapar de la prisa. Un paso corto, una mirada serena, un cuerpo seductor que busca la ternura. Pepa no baila en vano. Sus movimientos son un diálogo, una conversación pausada, porque como abanderada de la escuela sevillana precisa del cante y de la música para expresarse, para encontrar el sentido a su lenguaje. En este contexto, encuentra en la guitarra de Ricardo Miño su interlocutor perfecto. El toque dulce y pausado que no sólo acompaña sino que motiva, que responde. Como lo hacía Matilde Coral desde el público.
Una pena que la propuesta se alargara demasiado -casi a las dos horas- y que faltara ritmo y concepto a la idea. De hecho, pese al acompañamiento de dos voces como las de Vicente Gelo y Mari Peña, el baile de El Lebri y Manuel Bellido y el piano jondo de Pedro Ricardo Miño, sentimos cierta frialdad y echamos de menos un resultado más compacto, que permitiera adentrarnos en el universo sutil que propone Montes, tal y como vimos en las cantiñas con mantón y bata de cola. Aun así, siempre es un placer disfrutar de esta estampa de Sevilla.