Espectáculo: Sobre palos Híspalis. Cante: Pedro El Granaíno. Guitarra: Antonio Patrocinio. Piano: David Peña Dorantes. Percusión: Paco Vega. Palmas y coros: Dani Bonilla, Juanfran Carrasco y Miguel Heredia. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Sábado 17 de abril. Aforo: el permitido.
En la garganta de Pedro El Granaíno hay cristales rotos en noches de borracheras. Su cante tiene el eco de un dolor viejo, la melancolía de un abrazo largo y una ilusión futura. Por eso, cuando susurra un tercio, su voz acaricia, cosquillea y conmueve. Da igual las veces que le veas y que, como es el caso, no fuera la mejor de sus noches, porque Pedro siempre va a encontrar un giro, un suspiro, con el que atravesarte el alma. Así lo hizo en la pasada Bienal de Sevilla en ‘Maestros’, el recital que le valió el Giraldillo al cante, y así lo repitió este sábado en un emotivo espectáculo que resultó un homenaje a “la ciudad donde he crecido artística y personalmente”.
Aquí, el cantaor se salió de su repertorio habitual para dejarse llevar por todas aquellas influencias que ha ido incorporando a su modo de cantar y de entender este arte. Desde las tonás, las seguiriyas, la soleares, la copla o los cantes de levante y desde La Niña de los Peines a Chocolate, pasando por Vallejo, Chocolate o Camarón, siempre.
Con todo, fue proponiendo un recorrido que inició con las maravillosas sevillanas de Manuel Pareja Obregón y Camarón junto al vibrante y flamenquísimo piano de Dorantes (¡Qué placer!) en el que fue sin duda uno de los momentos más conmovedores para un público que, en otras circunstancias, hubiera estado celebrando el alumbrado de su Feria de Abril.
Especialmente interesantes fueron también las bamberas de Pastora, con la guitarra al compás de fandangos, la seguiriya que remató a medio tono, buscando lo importante, las tarantas y cartageneras casi masticadas donde la guitarra templada y elegante de Patrocinio Hijo regaló algunas de las falsetas más aplaudidas del recital con o el Réquiem que interpretara para el disco Memoria de los sentidos de Vicente Amigo y con el que cerró la propuesta junto a todo el elenco.
Como decimos, Pedro es un cantaor con un timbre privilegiado y con incuestionable carisma, que conecta con naturalidad tanto con la afición más exigente como con el público menos versado. Quizás porque sabemos que se entrega y que se rompe y porque se le percibe humildad y ansias de seguir aprendiendo. Por eso, aunque esta vez no tuvo ni la fuerza ni el quejío arrebatador que le hemos visto otras veces agradeceremos escuchar este cante que pellizca sin imposturas.