Pansequito «Mis bodas de oro en el cante»

Texto: Estela Zatania
Fotos: La Bienal

17 Bienal de Flamenco
Viernes, 28 de septiembre, 2012. 2300h. Teatro Lope de Vega

Especial 17 Bienal de Flamenco de Sevilla – Toda la información

“Es que la vía era mu’ corta…”

y mu’ largo era el camino, pero nadie sabe cual es su sino, dejadme flores, dejadme, que yo voy al campito a divertirme, que el campo no tiene llave”. Ese verso, y su peculiar interpretación, es uno de los momentos más brillantes del cante del siglo veinte. Una personalísima creación de uno de los cantaores de más personalidad de nuestros tiempos: José Cortés Jiménez “Pansequito” (La Línea,1946).

Vino a la Bienal de Flamenco de Sevilla para celebrar sus cincuenta años de profesión, y muchos aficionados de su quinta lo hemos sentido como un “¡viva yo!” colectivo, el penúltimo coletazo del cante clásico antes de que lo termine de acallar el sonido de cajones, propuestas y políticos. Porque Pansequito pertenece a esa bendita generación de jóvenes reformistas capitaneada por Camarón. Cantaores formados en la sombra y semejanza de Caracol y Mairena, pero cuya inquietud les impulsó a seguir caminos nuevos, por muy discretos que nos parezcan ahora en el año 2012.

Me gusta recordar aquella entrevista con Periñaca realizada en 1973 por el compañero José María Velázquez Gaztelu. Fue el comienzo de la fiebre camaronera, y la anciana cantaora comenta que “El Camarón ese, no va a cantar nunca por siguiriyas, con lo cantaor que es…¿tú no ves ese el otro? ¿cómo se llama el otro? ¡Pansequito!, él canta más rancio que Camarón”. En aquellos años hasta la Periñaca tenía que elegir equipo: o el de la Isla o “el otro”.

“Yo me voy a la alamea
y allí me pongo a cantar
los ojos de esta gitana
no se pueden aguantar
yo me voy a la alamea
niña de mi corazón”

El resto es historia, Camarón se convirtió en figura de culto que nos dejó antes de tiempo, y Pansequito siguió su camino discreto pero firme como figura de cante. No corresponde valorar el recital de un maestro en la ocasión de sus bodas de oro en el cante. Sólo decir que interpretó el repertorio de siempre, cantado con la voz flamenca con velo de terciopelo viejo que te engancha desde el primer instante. Me cito de la reseña de su última grabación, “Un canto a la libertad” (2009): “Hay voces geniales que enganchan y exigen ser escuchadas. Esta es una de ellas”.

En el recital fue acompañado a la guitarra por Antonio Higuero y Manuel Valencia (bello sonido sacan tocando en La y Do respectivamente con el piano para las cantiñas), los violines de David Moreira y José Gregorio Lovera con las palmas de Rafael el Eléctrico, Rafita y Chícharo.

Recuerdo el día que salí de unos almacenes que había en Málaga por la Rosaleda, y de los altavoces empezó a sonar la voz de Pansequito con su “Tápame” que llegaría a hacer historia. Entré de nuevo a la tienda para escucharlo mejor. La guitarra de los Habichuela lanzaba cuchillas de compás a todo el que estuviera al alcance del oído, y la voz de José Cortés Jiménez cambió nuestra forma de entender el cante para siempre.

Anoche había placas conmemorativas presentadas por ilustres toreros…había fin de fiesta con el baile de Aurora…había ovaciones y ramos para el Premio Especial de Córdoba a la Creatividad 1974, Compás del Cante de la Fundación Cruzcampo 2010 y el Galardón Calle de Alcalá 2012, entre muchos otros honores. Enhorabuena, maestro, y gracias por habernos regalado medio siglo de flamenco.


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