Pamplona se encomienda a la diosa Manuela Carrasco

Manuela Carrasco - Siempre Manuela - Flamenco on Fire

Manuela Carrasco - Siempre Manuela - Flamenco on Fire

Título: Siempre Manuela. Pedro Sierra, guitarra. Samuel Cortés, al violín. Enrique El Extremeño, Zamara Carrasco y Manuel Tañé al cante. José Carrasco a la percusión. Colaboración especial: Manuela Carrasco hija, Remedios Amaya y Anabel Valencia. Lugar: Auditorio Baluarte. Ciclo: Flamenco On Fire. Fecha: Domingo 1 de septiembre de 2024. Aforo: Casi lleno.

“El don de estrella se tiene o no se tiene”, defiende Manuela Carrasco en el video que abre el espectáculo de su gira de despedida con la que se ha puesto este domingo el broche de oro a una exitosa edición del Flamenco On Fire marcada por la gitanería y la presencia de personalidades flamencas con carácter propio.

En la proyección sus primeros recuerdos y reflexiones sirven de introducción -si es que acaso hiciera falta- para explicar una estética y una ética del baile jondo que la sevillana capitanea y defiende hasta las últimas consecuencias. Con la convicción de que bailar es una empresa a la que hay que “dedicar la vida entera” y, en su caso, una necesidad orgánica.

Pronto la palabra se interrumpe con una estampa donde la bailaora, rodeada del cuadro completo y ataviada con mantón de manila, resume ese corpus “como guardiana de la pureza” dejando que su figura imponente y atávica, responda al cante inspirador de eco quejoso con el que le arañó y le buscó por bulerías y jaleos extremeños Remedios Amaya en un dueto de gitanas de raza.

Aquí notamos ya a una Manuela firme y robusta, en excelente forma, y quizá con un ansia especial o una mayor consciencia sobre su legado y la larga sombra que su baile ha proyectado en todas las generaciones posteriores.

La propuesta, como nos tiene acostumbrados, se hilvanó sobre una sucesión de piezas donde todos (El Extremeño, Anabel Valencia, su hija Manuela a la que le colocó la chaqueta en un gesto de traspaso de la herencia, su hija Zamara y hasta su marido Joaquín desde el recuerdo de la silla vacía) fueron haciendo alarde del arte temperamental del que ella se alimenta, sustentados por la guitarra contundente, vertiginosa y rica de un magnífico Pedro Sierra.

Como tótem sagrado, cada vez que la artista volvía a aparecer sobre las tablas el público pamplonica sucumbía con oles, bravos y aplausos ante ese baile propio, natural y solemne que la Carrasco regala. Desde luego, esta noche su soleá canónica removida por la voz profunda del Extremeño volvió a dejarnos petrificados por la manera en que la trianera maneja los tiempos y los silencios, por la pulcritud de unos pies que cuentan cosas y por esos brazos infinitos que mueve categórica y con los que parece aferrarse a la vida.

Pero también disfrutamos especialmente de la caña que interpretó acompañada del cante bravo y valiente de la lebrijana Anabel Valencia. Cada una a un extremo de la escena, vestidas de rojo pasión y compartiendo miradas, nos permitieron disfrutar del poderoso perfil de la Carrasco, de esa colocación de la cabeza que recuerda a la fiera que se prepara antes de practicar la caza, y de un braceo y zapateado que se iba dejando contagiar del cante, creando nuevas figuras a cada tercio. Efectivamente, como rezaba el título de la propuesta ésta es Manuela siempre. 

Vídeo

 
&nbps;

Fotografías – Susana Girón / Flamenco on Fire

Salir de la versión móvil