Llegas a la estación de metro de Paco de Lucía, miras hacia atrás y ves su rostro en silencio. No suenan ni guitarras ni flamencos. Nunca llegaron a inaugurar esa estación con festejos y discursos, la abrieron en época electoral y nadie quiso arriesgarse a montar una juerga flamenca en el suburbano. Suena raro tan poca música delante de un mural tan grande en recuerdo de un músico descomunal. Cambias al cercanías, está limpio y silencioso es un sábado por la tarde, vuelves al festival “Miradas Flamenkas” y nadie tiene cara de fiesta.
Cruzas Madrid en un suspiro, están desmantelando Chamartín, luego Recoletos y notas que estás en Atocha por el aluvión de pasajeros de todas las edades, no hay bromas, ni gritos de niños o adolescentes. Todos los pasajeros siguen ensimismados con la cabeza agachada en las pantalla. Me bajo en la estación de Vallecas, el barrio parece más triste que el año pasado con la tercera ola, han cerrado varios bares y restaurantes. En la iglesia suena un rumor a misa, hay poca gente por la calle. Llegas al Pilar Miro y no hay mucho ambiente, no están en la puerta los reporteros de Radio Vallekas, la cafetería está cerrada y se echan de menos los paneles dedicados al sello Acropol que llenaban el espacio de flamencos y pantalones campana con Tony el Gitano en el umbral. La directora del festival Paloma Concejero va de lentejuela verde brillante “parezco un árbol de navidad” dice y presenta a Paco del Pozo, cantaor de Madrid nacido en 1975. El año en que murió Franco. Hoy es 20 de noviembre. ¡Jo qué fechas!
Aparecen los músicos, primero Tino di Geraldo, luego Paco Vidal y después José Luis López. El cantaor entona una copla, va de contar mentiras pero no me suena. No forma parte de las dos docenas de coplas que hemos escuchado toda la vida. La siguiente habla de La Petenera, un cante al que se le adjudicó mala suerte por un supuesto origen sefardí. No se rompió nada pero iba quedando claro que el repertorio no iba a ser un recorrido por “lo de siempre” aquello de “Mira mi pecho tatuado” y tal. Así que había que afinar el oído y estar atento a la letra: “ Con un clavel grana/Sangrando en la boca” escuchamos la historia de Antonio Vargas Heredia, el gitano una composición de 1938 para una película de Imperio Argentina que han cantado Carlos Cano y Manolo Escobar. Dos mundos separados por la misma copla. y como en lugar de orquesta tenía a su lado a músicos monumentales hubo espacio por tangos para el cajón y pal bailaor Rafael Peral.
Paco del Pozo devuelve el cante a la copla y lo hace sin necesidad de exhibiciones de otras épocas, sigue la senda más exigente de Juanito Valderrama y Pepe Marchena de aquello que se llamó “opera flamenca”. El público que casi llena el recinto asiste a la ceremonia con concentrada expectación y entonces escuchamos en el violonchelo una frase que reconocemos como “ojos verdes” es un aviso porque pasamos de las alegrías y los fandangos al “Apoyao en el quicio de la mancebía” que viene a ser “Fumando en la puerta del puticlub” pero de otra época y con más literatura. Total que canta “Ojos verdes” y el personal estalla en emociones diversas que parecían aletargadas por el sinuoso repertorio, entonces vemos claramente que merece la pena no cosechar aplausos fáciles con los éxitos de antaño. Las grandes letras de la copla se abren camino y aparece “María de la O” y el personal se emociona y vitorea a los músicos y pide un bis y el video y preguntan que cuando lo echan y por donde. Ahí me voy “por la calle abajo”, como los Chunguitos, para no perder el tren.
UNA COPLA POR RECUERDO. Paco de Pozo. Centro cultural Pilar Miró (Vallecas Villa. Madrid) II festival Miradas Flamenkas. Sábado 20 de noviembre.
Intérpretes: Paco del Pozo (cante y repertorio),Paco Vidal (guitarra y música original), José Luis López (cello), Tino di Geraldo (percusión) Carlos Martín (repertorio), con la colaboración de Rafael Peral (baile)