El trío de Caminero busca la belleza con la voz de David Carpio en el FIAS
Un buen día el contrabajista Pablo Martín Caminero se inventó una soleá y para que no quedaran dudas de su origen la llamó “Soleá de Gasteiz” al cabo de los años de recorrer el mundo junto a Gerardo Núñez e infinidad de artistas flamencos ha puesto en marcha este proyecto en el que sus composiciones flamencas se encuentran con un cantaor de la talla de David Carpio. El proceso ha sido largo hasta llegar hasta el estreno en el marco del Festival internacional de Arte Sacro.
Yo no sé si la música de Caminero es sagrada o qué. En este festival ante la duda llenan el escenario de humo, lo hicieron con Sebastián Cruz y otro año lo hicieron con el “Nusferatu” de Refree, es como poner en marcha el “botafumeiro”, no te perdona los pecados pero adorna el ambiente. Caminero busca la luz y la belleza en el flamenco así que no necesita esconderse en la niebla. Su disco anterior “Al toque” era un homenaje a la guitarra sin guitarristas que pilló a muchos flamencos de perfil. Recuerden el “Rocayisa” y verán la sonrisa de Moraito.
Caminero ironizó sobre el origen de la soleá diciendo que como todo el mundo sabe nació en Vitoria-Gasteiz, “donde hacen la ley” según el verso de Potato. El caso es que Caminero es un músico serio de los de conservatorio (estudió en Viena) de los que lo escriben todo en las partituras y luego buscan el pellizco (en su caso pizzicato) en la malagueña que a mí me sonó a la de Enrique El Mellizo, que como ya saben ustedes/vosotros nació cuando el susodicho se metía en la catedral de Cádiz a descansar de la calor. El Mellizo escuchaba ensayar al organista (esa es mi versión favorita aunque la que está esculpida en piedra debajo del busto del legendario cantaor dice que lo que escuchaba era “cante gregoriano”).
El caso es que David Carpio cantó divinamente acompañado por un trío de jazz que suena como un guitarrista bueno, de los de la verdad verdadera. Y aquí reside el reto y la enjundia del proyecto: que todo suena al flamenco clásico, ese que nos gusta a todos y que pretenden reservarse para sí los “puristas” y otros defensores de las esencias. Volvió a ocurrir en la seguiriya un cante del que aprendí que si lo escuchabas como el que escucha a John Coltrane te abre las puertas de la percepción universal. Aquí es donde hay que resaltar la labor del trío con Shayan Fathi a la batería y Daniel García Diego al piano recién llegado de una gira japonesa vía Alemania y cuya expresión corporal frente al piano me recuerda a la de Bill Evans. El trío toca flamenco sin abandonar el swing característico del jazz bueno, ese que nos gusta a todos y que pretenden quedarse para sí… etcétera.
El artista confesaba que aún no ha grabado la versión definitiva de este proyecto. Sabe que está cerca de una obra importante y sigue investigando cómo profundizar en el asunto. Lleva cuatro versiones grabadas y quizá falta el criterio ajeno para lograr la versión definitiva. Cosa rara en un músico de jazz y más rara en un flamenco y Pablo es las dos cosas además de un músico de un conservatorio de Viena.
El momento culminante llegó con la única composición ajena, el “Buana buana King Kong” con el que Paco de Lucía concluía los conciertos del sexteto y que Caminero ha arreglado como si tuviera un combo de la West Coast en los años 40/50 cuyo lema era “el truco era tocar fresco sin resultar frío”. La composición que rescató Pepe de Lucía en el bis del Carnegie Hall en Nueva York es muy adecuada para los fuegos artificiales y que Caminero interpreta con una sorprendente frialdad, como si quisiera dejar las cosas claras y bien definidas. Si algún día llegan las masas a este proyecto es probable que vuelvan los fuegos artificiales.
PABLO MARTÍN CAMINERO TRÍO Y DAVID CARPIO. “Florilegio”. Festival Internacional de arte Sacro. Teatro del Canal. Sala Negra. Madrid. Estreno absoluto
David Carpio | Cante
Pablo Martín Caminero Trío
Daniel García Diego | Piano
Pablo Martín Caminero | Contrabajo
Shayan Fathi | Batería
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