¡Ojalá que nos llueva Caracafé!

Emilio Caracafé - Flamenco on Fire

Emilio Caracafé - Flamenco on Fire

Patricia Guerrero estrenó bajo techo “Pineda” y Caracafé enamoró a cuatro generaciones.

Flamenco on fire

Decíamos ayer que está lloviendo en Pamplona  y que Caracafé es uno de los invitados del concierto de hoy viernes de Raimundo Amador en la sala Zentral (corran a por la entrada). No se pueden imaginar el gusto que da sentir cómo cuatro o cinco generaciones de espectadores gozan con la música y la presencia de Emilio Caracafé. Y da igual que hable con y sin micro, no nos importa si lo que dice se entiende o no. Emilio es un duende y su presencia es curativa, su música también.

Me gusta compararle con Keith Richards por aquello de su capacidad para conectar con abuelos y adolescentes. Y no importan ni tribus ni movidas, Emilio y Keith conectan con la esencia de la música. La suerte que tenemos es que a Emilio lo vemos ahí al lado y que podemos besarle las manos como hizo Pepe Habichuela tras su actuación. ¿Recuerdan aquello que se inventó Paco de Lucía sobre qué mano es más importante para tocar la guitarra? Pues no vale para describir a Caracafé que toca con todo el cuerpo hasta el punto que, como es un peso pluma, podemos asegurar que le vemos el alma y toca con ella. Y así hizo un homenaje a la copla con una interpretación deliciosa de  ¿Ojos verdes? Y sin perder el temple se arrancó por soleá para concluir con una interpretación magistral del “Soy Gitano” en el que su guitarra cantó por Camarón e hizo el arreglo de la orquesta sinfónica y además se arrancó a bailar luciendo estampa y tronío.

PATRICIA GUERRERO Y CÓMO FLOTAR EN ESCENA

Por la mañana apareció El Capullo de Jerez en el balcón del ayuntamiento, me lo perdí por unos minutos, me enredé entre la crónica y el wifi así que le pregunté al primer colega que me encontré que resultó ser David Montes: “Ha puesto la plaza patas arriba con esos tangos arrumbaos que él hace”. En el hotel La Perla Jerónimo Maya y Salomé Pavón ofrecieron un concierto para esos aficionaos que gustan de las emociones fuertes sin fuegos artificiales. A esas alturas salía el sol y había un bochorno subtropical, me perdí la charla sobre el vino de Jerez y alguna otra actuación. Recuperado gracias a la magia de Caracafé llegamos al Baluarte para el estreno  bajo techo de “Pineda” por parte del Ballet Flamenco de Andalucía que se ha estado representando este verano en los jardines del Generalife de la Alhambra de Granada. Patricia Guerrero aborda el texto de Lorca de una forma literal y cronológica, sin saltos cuánticos. Con una puesta en escena FA-BU-LO-SA que resuelve con sencillez la manera de superponer tres planos de acción. Los músicos (excelentes, con mención especial para Amparo Lagares) que aparecen en un esquina al borde del escenario, una primera tapia que vale como mesa, pasarela o malecón, la habitación de una casa y una tapia inmensa en la que destacan dos boquetes que también tienen su protagonismo. Todo está iluminado con sugerentes luces crepusculares y con un vestuario que alterna la época narrada con detalles de fantasía geométrica. ¡Todo bien!

Ya saben que en el mundo del espectáculo está casi todo inventado… desde la presentación a los saludos. Por eso brindamos por la excelencia. Blanca del Rey introdujo la gala con una precisión memorable y sintética. Los movimientos de los elementos escénicos se desarrollan con una limpieza que recuerdan a los grandes hallazgos del rock “Stop Making Sense” (Talking Heads) o el “Thriller” de Michael Jackson o del cine musical de Fred Astaire o Gene Kelly en “Cantando bajo la lluvia”. No nos pusimos de acuerdo en si la elegancia de Patricia Guerrero a la hora de flotar en escena remite al Lindsay Kemp de “Flowers” o a la deliciosa pareja francesa de patinaje cuyo nombre soy incapaz de recordar. En la lista de momentos magistrales le pueden añadir la estela de Manuel Liñán, cabeza visible de una generación superdotada que ha sabido trasladar los hallazgos de Gades o Maurice Bejart en el siglo XX a una nueva dimensión.

Y nos queda lo fundamental, hablar del baile y las coreografías. Aquí volvemos a rendirnos al talento, la elegancia y el buen gusto de Patricia Guerrero que baila contra Alfonso Losa  en el momento dramático de la obra de Lorca. Patricia es Mariana Pineda y Alfonso es “el malo de la película”. De ahí que ambos bailarines sean consecuentes con su papel. El público asistió al borde del éxtasis y en la recta final encontró el sitio para aplaudir y manifestar con palmas un elogio a la belleza. Yo pienso repetir para comprobar si el final se alarga sin necesidad o si esa percepción es el producto de un día de festival cargado de acontecimientos. Faltaba la espuela, en el tablao del hotel Tres Reyes se presentaban dos jóvenes valores del baile Claudia La Debla y Matías Campos con el cante de Mara Rey e Ismael de la Rosa. Otro día se lo cuento.

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