Atrapados: la frescura de la tragicomedia flamenca

Atrapados - Nómadas, Inma la Carbonera, Ana Salazar el Pelón, Paco Iglesias

Atrapados - Nómadas, Inma la Carbonera, Ana Salazar el Pelón, Paco Iglesias

NÓMADAS: INMA “LA CARBONERA”, ANA SALAZAR, JUAN AMAYA “EL PELÓN”, PACO IGLESIAS. «ATRAPADOS»
Museos de la Atalaya. 13 horas – Festial de Jerez – Ciclo Vermú Flamenco: Muy Personal
JUANA CASADO, dirección y dramaturgia

Vídeo – Galería fotográfica

Lo voy a decir desde ya, para que quede claro desde dónde escribo: cómo me gusta que este Festival tenga un espacio llamado Vermú flamenco: Muy Personal porque no se hacen una idea de la necesidad de todo lo MUY PERSONAL que nos hace falta, además del ansia por reír que tenemos quienes amamos este arte-rito de quietud, solemnidad, fatigas y sangre. Lo uno no se riñe necesariamente con lo otro, de ahí que las pocas veces -aunque cada vez más- en que aparece el humor, la dramaturgia y todo ese arsenal de formas de acceder al edificio jondo, hacemos palmitas sordas con los pies.

Si hace exactamente una semana estallábamos en carcajadas y ternura con Maui y su potaje, este domingo en Atalaya reímos y lloramos. El montaje que propone la compañía Nómadas -formada por Inma La Carbonera, Ana Salazar y Juana Casado- nos sitúa en un bar donde cuatro personajes aparentemente ajenos entre sí, cantan, bailan, discuten al teléfono, sienten morriña y desorientación y comen flores. Y no necesariamente en ese orden.

La propuesta Atrapados pone en juego diversas polaridades (hombre/mujer; traición/lealtad; oscuridad/brillo; presente/nostalgia; libertad/encierro) que explora a través de las letras, los textos recitados, una iluminación cabal, un original y colorido vestuario -gracias por esto- y un atrezzo novedoso y útil. Con qué belleza trabaja la mirada la dramaturga Juana Casado -y qué alegría que se acerque este perfil cada vez más al flamenco-, pues las escenas discurren con organicidad y las transiciones, que suelen ser peligrosas, se antojan armónicas y muy cuidadas, naturales al sentir humano. Todos los elementos trabajan en una misma dirección -salgo que siempre se intenta, pero no siempre se consigue- y aunque este tipo de proyectos no suelen abundar, se agradece tanto cuando los hay tan bien hechos, que sólo cabe pedir más.

Tengo la sensación de que hay en este montaje una crítica transversal al sistema por parte de una generación que se siente estafada: por el modelo productivo y reproductivo -especialmente las mujeres- por el “estudia que te estudia” para vivir mejor que nuestros progenitores, algo que no ha sucedido. No es sólo un momento puntual de dolor ante el engaño emocional, sino un posicionamiento político que apela a la desorientación vital y que de algún modo y al mismo tiempo reivindica y padece el perderse para encontrarse. ¿Qué mejor para vehicular esa idea que a través del flamenco?

Una soberbia Inma La Carbonera guía con el cante y canta mucho ¡y de todo! Canta por soleá, y hace también cantiñas, farruca, tangos, caña, romance, por bulerías y hasta el corrido mexicano Con golpes de pecho de Vicente Fernández (en versión de María Jiménez) que, de habérnoslo pedido, más de una hubiera gritado con ella en sujetador, sobre la mesa de billar y derramando bilis:

Se me está acabando lo buena que soy.
Y me está llegando lo malo por dentro.
Yo no sé matar, pero quiero aprender
para disipar todo el mal que me has hecho.

Las tres creadoras de la compañía contaron en esta ocasión con un espléndido Juan Amaya El Pelón que, con su destreza y potencia habitual al baile, dejó sobre el escenario una estampa cómica y de gran capacidad expresiva que, al menos una servidora, desconocía. El guitarrista Paco Iglesias, que además es el responsable de la composición musical, compartía ese registro tragicómico que desprende la obra, en consonancia total con la idea.

Y no puedo terminar este texto sin mencionar a ese fabuloso y extraño ser que es Ana Salazar, que canta, baila y no se la pierdan. Cantó por toná, hizo volar el mantón, fumó y se tumbó por ahí. Y sólo puedo desear que este trío de valientes y portentosas creadoras siga dándole la vuelta a sus cabecitas y cuerpos para que podamos descubrir de su mano todo lo que nos queda del universo del flamenco que no es otro que el de la misma vida.

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