Niño Josele – Suma Flamenca 2011

Texto: Manuel Moraga
Fotos: Rafael Manjavacas

«GENIO CON ALMA DE NIÑO»

FESTIVAL SUMA FLAMENCA 2011

NIÑO JOSELE
11 de junio 2011 – Teatros Canal – Madrid

 

Guitarra: Niño Josele; Bajo eléctrico: Alain Pérez; Percusión: Israel Suárez “Piraña”; Cante: David Maldonado Santiago “David de la Jacoba”; Baile: Juan de Juan..

Aunque su verdadero nombre es Juan José, todo el mundo le llama Niño Josele, que es como se dio a conocer en el mundo artístico. Ha habido muchos “niños” en la historia del flamenco: algunos  lo mantuvieron ese apelativo toda su vida y otros  lo fueron abandonando según acumulaban primaveras. Pero más allá de la nomenclatura, Juan José Heredia nos transporta a un universo musical tan puro y transparente que parece concebido por la imaginación de un chiquillo, pero ordenado con la racionalidad del genio.

Haga lo que haga, le suena flamenco. Por más que haya convivido con  almas emanadas de mundos musicales afines como el jazz o el latin jazz, la guitarra de Josele suena netamente jonda. Y conforme pasa el tiempo observo un reforzado equilibrio en su sonido y en su mensaje. Hay una naturalidad sonora en su guitarra que huye de la espectacularidad, de las a veces excesivas ecualizaciones. Y eso aporta sinceridad.

Se deduce también de su discurso la tan difícil y escasa sencillez. “En lo que hacía Curro y Paula –insistía siempre Mario Maya- no se notaba la técnica  y al verles torear uno podía pensar  ‘eso también lo hago yo’, pero lógicamente, no era así. La técnica está para que no se note”, concluía el maestro y creador coreógrafo. Pues esa misma sensación es la que me provoca la música de Josele. Sus mensajes, sus ideas musicales te atrapan, te emocionan, te envuelven sin darte cuenta y te ganan. No abusa de la fuerza: pero sabe exponerla. No se empeña en demostrar destreza: pero le sobra. No se vende con excesos: por eso lo compro.

Y eso es lo que hizo en los Teatros del Canal. Con un planteamiento, para entendernos, muy flamenco, acompañado tan solo de percusión, cante y bajo eléctrico, Josele hizo un intenso recorrido por diversos estilos. Primero en solitario, después con sus músicos que, como siempre, arropan y realzan el valor de la música del almeriense. Piraña y Alain Pérez son realmente galácticos, y no descubro nada  diciéndolo, pero es justo destacarlo. A quien sí descubrí fue al joven cantaor David de la Jacoba, cuyo nombre había visto en la formación de Paco de Lucía, pero que todavía, este que escribe, no había tenido el placer de escuchar. Aunque algo tímido, dejó en sus intervenciones una gratísima sensación. En la seguiriya, por ejemplo, estuvo excepcional.

Cuestión aparte es la del bailaor Juan de Juan, que en el último tercio del espectáculo salió a colorear la propuesta. Pero con este artista me ocurre justo lo contrario que con Josele. El guitarrista es capaz de ofrecer una música técnicamente compleja con una gran sencillez. En cambio, Juan de Juan sigue esa línea de baile excesivo -casi hasta la histeria- que a mí, personalmente, me dice muy poco. Esa exhibición atlética injustificada –tan de moda últimamente- está en las antípodas del criterio antes comentado de Mario Maya, el cual, sin dudarlo, un servidor suscribe al cien por cien ¿O acaso es mejor bailarín clásico aquél que sea capaz de hacer diez giros por segundo? Por supuesto, no trato de devaluar a nadie, ni mucho menos de sentar cátedra. Hablamos de gustos y el mío lo acabo de exponer.

Pero volviendo a Josele, tanto en su último disco (“Española”) como en el directo de ayer en los Teatros del Canal, afianzan mi percepción de que estamos ante un artista intelectualmente maduro que es capaz de crear una música genial gracias al don de poseer la sensibilidad emocional de un niño. Quizá por ello, la guitarra siempre flamenca de Josele sea capaz de deslizarse suavemente al fondo del corazón de todo aquel que la escucha, independiente del universo musical al que pertenezca. Y solo desde la inteligencia se puede lograr esa complicidad tan natural, tan sincera, entre lo racional  y lo emocional.

La velada de ayer se completaba con la actuación de la cantante y flautista húngara Márta Sebestyén, que interpretó una pieza acompañada por Niño Josele antes de pasar a ofrecer su repertorio. Un repertorio que tiene con el flamenco la misma relación que hay entre un esquimal y un pigmeo. La belleza de esa música no ha logrado descifrarme todavía la justificación de su presencia en un festival flamenco.

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