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Toque José Carlos Gómez
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Cuarteto de Cuerda Andrés Segovia Violines Víctor Ambroa, Rafael Herrador Viola Dionisio Rodríguez Violonchelo Jorge Pozas |
Cañaílla Real
Lleno total ante la presentación de la artista de San
Fernando en el magno escenario madrileño. Un viaje entre
distintos puntos del flamenco que gustó a un público
expectante ante lo que prometía el programa oficial.
Eran las nueve de la noche, y en medio de la oscuridad del escenario,
se hizo luz el cante de María Rosa García. Suele ser
en bastantes ocasiones motivo de broma entre los flamencos «de
las negras raíces y la jonda expresión» (actitud
que muchas veces esconde ignorancias histórico-musicales
tremendas) comentarios acerca del cante de Niña Pastori.
Es cierto que sus discos (especialmente el último) no rebosan
lo que podría denominarse conceptualmente (que no es lo mismo
que sentimentalmente) como purismo, pero lo que si es cierto es
que María puede llegar a cualquier corazón sin importar
realmente que su cante sea de una manera u otra. ¿Acaso no
es de impecable calidad lo que haga Mike Oldfield o The Beatles?.
Creo que ninguno de los referidos cantó por seguiriyas nunca.
María puede llegar
a cualquier corazón
estas razones, sobraron en cierto modo las insistentes disculpas
y aclaraciones de una explicativa Niña Pastori en el escenario
al respecto de sus formas artísticas. Ella es una artista
que sabe meterse al público en el bolsillo y provocar sentimientos.
Siendo esto lo importante, incluso deja de importar que lo suyo
sea el flamenco.
Comenzó con un martinete, al que siguió una bonita
minera, una buena soleá y una muy aplaudida malagueña
(realmente había cantado mejor la soleá anterior).
Se notaban sobradamente las horas de estudio de cada uno de los
cantes, puesto que los hizo con corrección. Quizás
falto algo de esencia, pero recordemos que estamos ante una artista
de veintipocos años, por lo cual es algo normal. En definitiva,
según mi parecer (de gustos no hay nada escrito), pasó
sobradamente la prueba de fuego de un repertorio «purista».
pasó sobradamente
la prueba de fuego de un repertorio «purista».
Posteriormente se incorporó todo el grupo, encabezados por
un acertado Chaboli a la percusión, con Martín García
al contrabajo y el Cuarteto de cuerda Andrés Segovia. Después
unas alegrías de buena factura recordando al disco «Cañaílla»,
siguieron las bulerías «de mil colores» de su último
trabajo, donde María tuvo que ejercer hasta de coro al no
haber acompañamiento de este tipo.
Siguieron los populares tangos «aire de molino», tras
los cuales María abandonó el escenario dejando al
grupo haciendo unas bulerías a las que posteriormente la
cantaora se añadiría con la sorpresa de la noche.
De su mano, aparecía un gitanito de seis años, elegantemente
vestido con su sombrero. Gran sorpresa cuando se adelantó
en el escenario e hizo una pataíta más que memorable
con el cante de Niña Pastori. Un nombre para ir recordando:
Diego Cortés.
Un nombre para ir recordando:
Diego Cortés.
continuación vendrían unos suaves tangos titulados
«válgame Dios». Posteriormente a una tanda de coplas
populares llegaría el recuerdo a Camarón con Rosa
María, momento que agradecieron bastantes gitanos presentes
en la sala. Cerraría oficialmente su actuación con
el momento más puro de la noche, «Dime quien soy yo».
¿A quién no le entra un escalofrío al oír
ese «acaríciame la cara»?. A esto me refería
al principio de la reseña cuando hablaba de las diferencias
entre el purismo conceptual y el purismo sentimental.
Después de una tanda de aplausos, volvería María
al escenario para hacer una tanda de fandangos y un cierre por festeras
bulerías. A destacar durante todo el concierto la profesionalidad
de José Carlos Gómez, el tocaor, que estuvo presente
en todo momento con momentos acertados.
destacar la profesionalidad de José
Carlos Gómez, el tocaor,
En definitiva, la Niña salió bastante airosa de la
difícil prueba que supone actuar en el madrileño Teatro
Real.
Más información:
Biografía Niña
Pastori
Discografía
de Niña Pastori
Gira
2003. Niña Pastori.
Escucha
'AVE MARIA'