Miguel
Poveda
Jueves, 14 de diciembre.
Sala Joaquín Turina, Sevilla
Texto: Rubén Gutiérrez
JONDURA
Cante: Miguel
Poveda, Guitarra: Juan Ramón Caro y Juan Diego,
Palmas: Luis Cantarote y Carlos Grilo, Percusión: Paquito
González.
Recientemente corre por los foros del flamenco una
polémica sobre la realidad del flamenco en la universidad,
y es que en estos momentos alguno tenemos la posibilidad de
cursar estudios de doctorado sobre el flamenco en Sevilla.
Me refiero a ello porque Miguel Poveda encarna el ideal de
cantaor flamenco, que ha aprendido en la calle, pero también
dedica horas de estudio a la investigación del cante
flamenco. Sus cameos con músicos de cámara,
o sus letras de la poesía catalana, junto a su colaboración
con músicos paquistaníes, no son más
que el puro reflejo del interés que demuestra este
badalonés.
No se conforma con cantar las letras de siempre, se rodea
de diversos tocaores para no encasillarse en ningún
estilo, si hace falta se va una temporada a vivir a Jerez,
o sencillamente busca casa en Sevilla, donde tiene ahora fijada
su residencia. Recientemente la Bienal de Sevilla le ha otorgado
el Giraldillo como mejor cantaor de la pasada edición,
amén de recibir pleitesía de todos los que se
acercaron al Teatro Lope de Vega.
Miguel Poveda – foto: Rafael Manjavacas
De este modo, el pasado jueves 14 de diciembre asistimos
al recital de un doctorado en cante flamenco. Su visión
multidisciplinar de este arte le atesora los conocimientos
suficientes para hacer un parón en su exitosa carrera
y atreverse a cantar por derecho en una ciudad muy faltita
de cante últimamente. Todo un ejemplo a seguir para
las futuras generaciones. Tiró de la manta, no la del
top, sino en la que se guardan celosamente los tesoros flamencos.
Letras rancias pero hechas actuales.
Comenzó desde Sanlucar con un sabroso recorrido de
cantiñas, acordándose de Camarón, La
Perla y Pericón, casi nada. Posteriormente se adentra
en el Mediterráneo, cantando por malagueña y
su serranía, con su babeo y melismas para rematar el
estilo con una sentida jabera.
Todo un ejemplo a seguir para
las futuras generaciones
El publico se encontraba a gusto, Miguel no lo parecía
tanto. Presentaba ligeras molestias en la garganta, pero no
se amilanó y continuó cantando bulerías,
concretamente las que canta a dúo con Diego Carrasco
habitualmente “Alfileres de colores”. Seguirá
por soleá de Alcalá, en esta ocasión
acompañado únicamente por el tocoar Juan Ramón
Caro. Precisamente fue la bajañí que le acompañó
en el Festival de la Unión, del que a la postre resultaría
ganador, por lo que cantará por levante, concretamente
tarantas y cartageneras.
Cambiaría el rumbo del recital con la aparición
en escena del tocaor jerezano Juan Diego, que aportó
un poco más de soniquete a la noche. Junto a él,
y los componentes de la sección rítmica, interpreta
tientos tangos y bulerías de Jerez. El resultado no
pudo ser mejor, y el público puesto en pie agradece
el esfuerzo de los músicos. Parecía que aquí
acababa la cosa, pero Poveda se entregó con una toná,
dejando incluso a un lado el micrófono. El público
no le dejaba marcharse y reaparecerá para interpretar
fandangos y cerrar la actuación con una coplería,
como él define sus variaciones de temas de los maestros
Quintero, León y Quiroga, que entona entre coplas y
bulerías, y tras casi dos horas de espectáculo
llegará el mejor remate posible, todos de píe
viendo como evolucionan las pataítas de los músicos,
esperando la de Miguel, y el publico satisfecho por haber
disfrutado de una velada bien pagá.