Miguel Poveda en las Ventas 25 años en la música

Miguel Poveda

Miguel Poveda

Texto: Pablo San Nicasio
Fotos: Rafael Manjavacas

Cante: Miguel Poveda. Voces invitadas: Carmen Linares, Joan Manuel Serrat, María Dolores Pradera. Guitarras: Chicuelo y Jesús Guerrero. Percusiones: Paquito González. Coros y Palmas: Londro, Carlos Grilo y Luis Cantarote. Bandoneón: Marcelo Mercadante. Baile: La Lupi. Piano y arreglos: Joan Albert Amargós. Violín: Olvido Lanza
Plaza de Toros de las Ventas

Y sólo lleva veinticinco

Las plazas de toros son los últimos coliseos de este mundo donde, generalmente al sol, tiene lugar el rito de la muerte y la creación. Donde toda la sangre que se derrama es de verdad. Ruedos en los que escoger con acierto terrenos y distancias para lidiar tiene justa recompensa. Lugares por el contrario, donde la sobreactuación la mayoría de las veces acarrea un castigo implacable o incluso irreversible. Anillos que no admiten medias tintas y donde sólo pueden desenvolverse con soltura unos pocos. El resto… el resto a mirar.

Anoche Las Ventas volvía a abrir su puerta grande, y las demás, para acoger a un flamenco. Y, si en 2005 fue Paco de Lucía, cabía pensar que el siguiente fuera también una gran figura. Alguien con potencial suficiente para dejar oculto el granito a la venta y hacer llevaderos los minutos en un recinto donde el viento y el frío suelen enseñorearse por la tardes-noches. Lo consiguió, y confieso que impresiona escuchar tocar las palmas a tanta gente sin el menor descuadre.

Miguel Poveda celebra este año cuarto de siglo sobre los escenarios y él y su equipo apostaron fuerte. Con el patio solanero que se gasta este ruedo ibérico no estuvo nada mal la entrada que consiguió el de Badalona. Aforo que si bien no rebosó, tampoco quedó mucho para llegar a la bandera.

Y sin ser un escenario demasiado propicio para el cante, sí se preparó todo con el esmero con que Poveda suele llevar sus espectáculos más pomposos. Doble pantalla gigante, proyecciones biográficas, emotivas, con las ya veteranas andanzas de esta todavía joven estrella y, sobre todo, importantísima puesta en escena. Algo habitual en Miguel Poveda y anoche más imprescindible que nunca para que no dejase de arder la llama durante tres horas y media.

De entrada programar un espectáculo tan largo y conseguir una mayoría de satisfacciones es ya todo un éxito.

Concebido de una forma similar al concierto del catalán en el Teatro Real, el de anoche sin embargo repartió más el flamenco a lo largo de la actuación y no hizo de las secciones y estilos musicales compartimentos estancos.

En cuanto al flamenco, Miguel se centró en su repertorio tradicional haciendo hincapié en los estilos “vitales”: los mineros que le pusieron en órbita, las bulerías y ecos jerezanos de su etapa por aquellas tierras, y sobre todo los “hits” de su Artesano. Cantiñas, tientos tangos de triana y la soleá de Charamusco. Esta última dividida por el número “del perchero” en el que se evoca casi de forma atlética a Valderrama, Caracol, Marchena, Porrina…

La copla fue el otro gran estilo de la noche, sin tener el espacio de otras grandes veladas. Fue la que más minutos cedió en favor del fado, el recuerdo a los poetas, el tango y la canción pupular, que de todo hubo en las Ventas.

Teniendo el conjunto una gran acogida por la concurrencia, los picos llegaron con las tres colaboraciones estelares. Estratégicamente situadas, el primer “grande” en aparecer fue Joan Manuel Serrat, presentado como un poeta de la talla de Alberti o Miguel Hernández, interpretó a dúo y en catalán “El Meu Carrer”.

Carmen Linares subió el pistón con “La Luz que a mí me Alumbraba” y casi justo después, María Dolores Pradera aparecía para, tras dos años de silencio y muy debilitada, volver a sentirse artista junto a un Miguel Poveda “al que adoro”. Increíble la emoción colectiva al ver el esfuerzo titánico de una tremenda voz que, como bien reconoció: “estos dos últimos años a estas horas me suelen llevar a urgencias”.

Fue sin duda el cenit de una noche donde se recordó también, con el micro o con la imagen, a un buen puñado de seres humanos a quien Miguel Poveda tiene muy presentes en su quehacer: su padre, Chavela Vargas, Morao, Camarón, Bambino, Pencho Cros…todos entrelazaron un auténtico documental interactivo para siete mil personas donde se resumieron más de dos décadas de dedicación exclusiva a la música.

Confiesa Miguel Poveda que abandonará España por algún tiempo para que no le echen de más y volver con fuerza. Desde luego el panorama por aquí no tiene mucho más que trillar para un artista que ha exprimido todo o casi todo lo que la música hispana le puede ofrecer. Dejar en barbecho nuestros escenarios ahora parece inteligente y medido. Veinticinco años a este ritmo no está nada mal. Queda por contemplar la obra de los veinticinco siguientes.


Miguel Poveda & Serrat

 

Salir de la versión móvil