Texto: Silvia Cruz
Fotos: Ana Palma
Poveda, como en casa
Miguel Poveda |
FICHA TÉCNICA: Cante: Miguel Poveda. Guitarra: Juan Gómez ‘Chicuelo’, Jesús Guerrero . Piano: Joan Albert Amargós. Percusión: Paquito González. Palmas: Carlos Grilo y Luis Cantarote. Miguel Poveda clausuró el III Ciclo Catalunya Arte Flamenco con el cartel de ‘completo’ colgado en la puerta del Auditori de Barcelona y con una interminable fase de bises solicitados por un público que anoche ratificó que adora al cantaor de Badalona.
Y luego llegó la copla. Se cambió de ropa, lució como un pincel, pareciendo, a ratos un crooner, a ratos Miguel de Molina, y consiguió una cosa casi imposible: que nos olvidáramos de Juanita Reina al cantar “En el último minuto”. En esa interpretación Miguel demostró que hay una cosa que domina como nadie: el silencio. Calló, creó expectación, atemorizó con su semblante y remató la copla con un alarido teatral y perfecto que le reventó por dentro y arrancó la más larga ristra de piropos de la noche. Y también en ese tema fue cuando se pudo ver con claridad su capacidad interpretativa, su teatralidad y su dominio de la escena. Bailó un par de veces y encandiló con el movimiento de manos y de sus pies, aunque también hay que decir que si a la guitarra está Chicuelo (la sensibilidad de este hombre empieza a merecer un Nobel) y del compás se encargan Carlos Grilo y Luis Cantarote, es posible ver bailar incluso a las estatuas. Lo de Cantarote requeriría un artículo aparte. Ese hombre pisa uvas en lugar de suelo, porque embriaga que da gusto: la velocidad que alcanza jaleando con pies y manos no se consigue ni a máquina. Pero volvamos a Miguel. En una entrevista previa al concierto, el cantaor aseguraba que tenía miedo de defraudar. Es normal que alguien que a su edad tiene una calle con su nombre ni más ni menos que en La Unión, se sienta demasiado en deuda con quien le aplaude. Pero, y aunque es cierto que anoche Poveda aflamencó las coplas y suavizó lo jondo, tocó demasiados palos y enseñó pocas cosas nuevas, también es una verdad casi incontestable que es bueno, buenísimo, y que sabe perfectamente lo que hace. Por eso, yo espero con ardor “ArteSano”, el trabajo que presentará en pocas semanas y en el que asegura que ha hecho el flamenco que a él le gusta y le apetece.
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