José Manuel Gómez Gufi
No sé qué noticia seguir para el titular: “los Planetas en un festival flamenco” (miedo). Los fans de los Planetas pintan canas y parece que pueden pasar un control anti-doping (fascinación). No hay un bar abierto a menos de 500 metros (asco).
El festival flamenco en Madrid entra en su recta final con un lleno del teatro que lleva por nombre al inefable Fernando Fernán Gómez. El otro lleno fue el de la la Chirigota del Selu que no perdió la ocasión para citar al insigne actor en su célebre frase:
¡A la mierda!
Los Planetas se presenta en versión acústica a 42 euros la entrada, hace unos meses hicieron lo mismo en el Casa Patas para un público aún más restrictivo lo que supongo que es un lujazo para un fanático del grupo. La manera en que se escucha flamenco y en la que se escucha a los Planetas es la misma desde el punto de vista sensorial. Sencillamente dejas que la música te invada y te transporte a otro planeta. Ahí vale cerrar los ojos y tomarse un trago de vino como contaba Antonio Mairena en un capítulo de “Rito y geografia del cante”.
En los conciertos “eléctricos” de los Planetas no hace falta cerrar los ojos, el grupo “granaino” se apoya en un concepto de iluminación donde se huye del foco y del protagonismo. Ves al grupo entre sombras envuelto en psicodelia indie. El premio nacional de flamenco Juan Vergillos describe las dos escuelas de baile representadas por Carmen Amaya y Pastora Imperio y lo sintetiza: «Pastora es el SER, Carmen el HACER». Pues bien, sobre el escenario Los Planetas se conforman con ser… por que hacer… hacen muy pocas cosas más allá de tocar sus instrumentos. Por ejemplo Jota, el cantante, presenta los temas y entre que pronuncia poco y mal, y que al hablar no se sitúa frente al micro. resulta imposible captar el nombre del guitarrista flamenco (Edu Pachecho). Creemos escuchar las palabras cueva y Sacromonte.
Empiezan por una colombiana que tiene sabor a guajira y suena como un proyecto paralelo de Jota: El Grupo de Expertos SolyNieve que maneja un pop amable, a ratos delicioso, con versiones de The Byrds, Silvio y Vainica Doble.
Luego entonan un fandango de aquella manera, es decir la suya, la misma con la que grabaron “La leyenda del espacio” con intención de que les comparen. Y ahí es donde el cronista cree que no se puede caer más bajo. Y ahí, rodeado de ruido y basura conceptual… encuentras la belleza. Supongo que hace falta una sensibilidad especial, o no. En todo caso, esa emoción tiene la misma raíz que eso que está detrás de “el pellizco”, “El duende” o como se quiera llamar.
Desde el punto de vista flamenco la cosa tira para atrás. Recuerdo el cabreo de Lluis Cabrera ante los Evangelistas (Planetas más Lagartija Nick en homenaje a Morente). Lluis que es un hombre abierto en lo musical no era capaz de entender la fractura sonora generacional que representa el Omega. No es el único. Así Jota canta las alegrías de Manuel Vallejo, antes ha mencionado a Pepe el de la Matrona y aquello ni se le parece, ni ná. Eso sí lo que el cronista interpreta como balbuceo, lo celebran los fans de la banda con enormes risotadas.
Apareció Paco Contreras, el ideólogo del festival y cantó dos composiciones, la primera se te queda pegada, es una de esas canciones que forman parte de tu vida y molesta no saber de dónde viene. Con la segunda se evapora la sensación. El Niño de Elche canta en un registro muy agudo y creo que eso no le favorece.
Acaba el concierto y sientes una sensación de alivio como cuando acabas de leer “Miedo y asco en Las Vegas”. Hablando de libros no se pierdan la biografía de Eric Jiménez “Cuatro millones de golpes” batería de los Planetas y sacrificado en este proyecto por la dimensión acústica del mismo. Eric fue uno de los pilares del Omega, pero abandonó Lagartija Nick por Los Planetas justo cuando Morente lo llevaba al directo. Eric es el más flamenco de todos los rockeros de Granada, el más “enduendado” de los colaboradores de Morente.
Video & fotos: MJ. Lara
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