La bailaora jerezana, acompañada de David Lagos y Santiago Lara, es ovacionada en el Festival Flamenco Kulturpark Traun con ‘Baile de palabra”, un show que gira desde 2012.
Silvia Cruz Lapeña
Las incógnitas eran dos en la noche que se presentaba en el Festival Flamenco Kulturpark Traun el “Baile de palabra” de Mercedes Ruiz. La primera, ver cómo reaccionada el público de una localidad austríaca de 24.000 habitantes que acoge por primera vez en su historia un evento de estas características. La segunda, comprobar en qué punto de cocción estaba un show que se estrenó hace seis años.
Que el baile de la jerezana está impecable lo demostró ella nada más salir, pero la danza es un registro que se entiende en cualquier lengua, por eso lo más llamativo fue que el cante de David Lagos se recibiera como si los de Traun hubieran estado oyéndolo toda la vida. Más que “oles” hubo “bravos” pero quedó claro desde las bulerías del inicio que el público había entendido la propuesta.
Baile sin prisa
Ruiz bailó impecable. Lo más hermoso de su danza es observar el modo en que la parte superior de su cuerpo dialoga con la inferior: sin forzar, sin gritarse, sin competir. La elegancia es su máxima, pero también el regodeo, algo que a veces se echa de menos en el baile flamenco de algunas de sus compañeras. Su forma de articular los dedos con demora, como si le diera gusto y lo hiciera con conciencia, son buen ejemplo de la forma en que esta flamenca se toma el baile. Y sin renunciar a ponerle su chispita jerezana.
Lo interesante de “Baile de palabra” es observar los buenos resultados que consiguen tres artistas sin palmas, ni más instrumento que una guitarra, pues Ruiz, Lagos y el Santiago Lara sustentan un espectáculo de hora y media donde ella baila, con cambios de ropa incluidos, sin descanso y el cantaor la acompaña callando a ratos. Lara dirige la música y compone una obra equilibrada, sin estridencias, pero con momentos bellísimos como el de Ruiz bailando por peteneras o el de Lagos ejecutando unas tonás altas y largas, perfectamente afinadas y tan espeluznantes, que casi consiguen convertir los “bravos” de los de Traun en “oles”.
Lagos en plena forma
Fueron muy aplaudidos los caracoles que Ruiz bailó con pantalón, veloz y muy risueña. Y los pregones de Lagos, a quien hay que dejar de reñirle por ser tan perfeccionista. Que lo sea, por favor, pues el resultado de su obsesión es un gozo para la afición flamenca. El público entendió la dificultad de un espectáculo aparentemente sencillo y también la entrega, por eso aplaudieron con frenesí y obligaron a salir a saludar a los artistas hasta en dos ocasiones.
Y sobre el estado de forma de un espectáculo que los jerezanos han hecho ya en muchas ocasiones en estos seis años, decir que hay shows que recién nacidos ya huelen a naftalina y este no es un ejemplo. La clave, seguramente, es que “Baile de palabra” es un proyecto clásico, no rancio, y tiene el aire de las cosas hechas para perdurar, no para ser flor de un día.