"¡SI, QUIERO!" - Compañía Mercedes de Córdoba. Mercedes de Córdoba, baile. Baile Mercedes de Córdoba, Cristina Soler, María Carrasco, Águeda Saavedra (cedida por el Ballet Flamenco de Andalucía), María Reyes. Guitarra Juan Campallo. Cante Jesús Corbacho, Pepe de Pura & Enrique "El Extremeño". Percusión Paco Vega. Compás José Manuel "Oruco". Teatro Villamarta - Festival de Jerez - 4-marzo-2022.
Por Susanne Zellinger
Mercedes de Córdoba ya ha demostrado con su última pieza «Ser, ni conmigo ni sin mí» que es una de las grandes bailaoras del flamenco contemporáneo. Con «¡Sí, quiero!» da un paso de gigante. Con «¡Sí, quiero!» da un paso de gigante como coreógrafa, que la catapulta a la primera fila. Creada en tiempos de pandemia, en los que muchos artistas se repliegan a pequeños formatos, ella hace exactamente lo contrario: amplía su compañía y elige a cuatro bailarinas de entre los 140 que se presentaron a las audiciones en un emotivo proceso de selección. Una declaración valiente en tiempos como estos. Y el éxito le da la razón: con una ovación en pie, el público del Teatro Villamarta despidió una magnífica obra de arte de la danza contemporánea en la que el género no tiene especial importancia.
Ya al principio hay algunas referencias a la danza moderna, como la repetición de ciertos gestos a modo de slapstick, la conquista del suelo como espacio de movimiento o la inclusión del pelo como elemento dramatúrgico. El papel principal lo tiene el flamenco, por supuesto.
En una fantasía musical con referencias a compositores clásicos, cuatro chicas salen de detrás de un biombo, fluyen, por así decirlo, en la sala, flotan con pasos delicados, miran hacia atrás pero avanzan con decisión, son jóvenes y nada puede detenerlas. Se meten de lleno en la vida y envían un mensaje por delante que pone de manifiesto la esencia del «¡Sí, quiero!»: «Sólo vive quien arde».
Esta frase procede del poema «Una mujer que muestra su verdad», de Braulio Ortiz Poole, que dedicó a la actriz estadounidense Frances E. Farmer, una mujer valiente que se negó a interpretar papeles ingenuos, se pronunció sobre sus opiniones políticas y fue internada en un psiquiátrico por ello, una práctica habitual para las «mujeres histéricas» en el siglo pasado.
En la Soleá, que podría hacer historia, Mercedes de Córdoba muestra entonces lo que puede ser un baile. Acompañada por el potente cante de Enrique el Extremeño y la guitarra de Juan Campallo -que es un joven maestro de este gremio tan difícil- pone el listón muy alto para este palo. ¡Qué presencia, qué poder, qué belleza y qué dominio del escenario! Se enfrenta al toro y lo derriba, ¡pero con qué elegancia y determinación! Descansa en sí misma y, sin embargo, lo regala todo. Ella es una llama brillante cuya luz hace del mundo un lugar más hermoso.
A una seguiryia cantada por Jesús Corbacho y un taranto le sigue una hermosa petenera de Pepe de Pura, acariciada por Cristina Soler, y luego ya se termina el silencio. En un entretenido banquete de bodas, se celebra un festín con todo el menaje a mano, incluido el ballet de platos, con dos camareros de lujo, Paco Vega y El Oruco, una oda a la vida.
El final se acerca a pasos agigantados, pero la celebración continúa en una encantadora alegría con Bata de Cola de Mercedes y una desgarradora milonga cantada por Pepe de Pura – Rosa por Dios no me llores, yo tengo mi pensamiento, cautivo de tus amores.
Y sí, casi se me olvida la rosa, la rosa roja, esta vez en el ojal de Jesús Corbacho, la rosa roja como signo de pasión, de amor físico, de devoción y de fuego, fuego que calienta pero no quema. Y eso es exactamente lo que es Mercedes de Córdoba. ¡Viva ella!