Texto: Sara Arguijo
Fotos: Rafa Manjavacas
Título: Memoria. Lugar: Teatro de la Maestranza de Sevilla. Fecha: 17 de enero de 2015 Dirección y guión: José Luis Ortiz Nuevo. Elenco: Canela de San Roque, Carrete de Málaga, Gualberto García, Paco del Gastor, José Menese, Paco Taranto, Merengue de Córdoba, Manolo Sevilla, El Boquerón, Cuadro de las viejas del barrio de Santiago de Jerez, Ramón Amador. Aforo: Dos Tercios
‘Memoria’: en busca de lo perdido
Escribió Mario Benedetti que el olvido es la forma velada de burlarse de la historia. Para eso está la ‘Memoria’ que se abre de par en par en busca de lo perdido. Y en esta cuestión se resumía el valor del espectáculo que inauguró este sábado la nueva temporada de flamenco del Teatro Maestranza de Sevilla.
El nexo en común entre los artistas reunidos en el montaje de José Luis Ortiz Nuevo era la década en que nacieron y la sabiduría que da el tiempo. Así, se buscaba que el resultado fuese una antología flamenca que sintetizara la herencia que ellos recibieron y dejara un testimonio propio de lo que queda por venir. En este sentido, desde que Gualberto García abrió el programa interpretando con su sitar granaínas y verdiales, junto a la guitarra de Ramón Amador, sentimos que quizás haga falta tener una edad para resumir con sencillez este arte. Es decir, de alguna forma, todos evidenciaron -a pesar de sus diferencias- que se puede explicar la vida desde un flamenco sereno y desde la tranquilidad que da el haber vivido plenamente y saber lo que se canta, se baila o se toca.
Claro que un espectáculo no se sostiene por la intención y ‘Memoria’ terminó siendo una propuesta carente de ritmo, bastante más fría de lo que se esperaba e irregular, donde la sensible y añeja guitarra de Paco del Gastor recordando a su tío Diego –cuánta sonoridad, cuánta luz y cuánta cal hay en esa forma de abrazar el instrumento-, la solemne y poderosa voz rebelde de José Menese en el Romance de Juan García y los tientos del Señor que vas a caballo o la frescura y modernidad del flamenco psicodélico que propuso Gualberto hasta por sevillanas las que resultaron triunfadoras.
Es verdad que no ayudó la elección del espacio, demasiado grande para poder encontrar la cercanía con estos veteranos a los que hemos visto recientemente en mejores actuaciones. Y, desde luego, faltó cierta complicidad con el público que estaba ávido de emociones no encontradas. Ni siquiera en el cuadro de las viejas del Barrio de Santiago de Jerez con una ‘Fiesta’ prefabricada o en las alegrías del siempre irreverente y genial bailaor Carrete de Málaga que, sin embargo, no encontró el respaldo que reclamaba en el atrás de El Boquerón, Manolo Sevilla y Ramón Amador. Aunque todos nos sacaran una sonrisa o nos hicieran una invitación cordial a la melancolía.