Mayte Martin – Por los muertos del cante

Texto: Silvia Cruz Lapeña
Fotos: Alberto Vega (CAF)

24 enero 2013 – Cúpula las Arenas (Barcelona) – Catalunya Arte Flamenco

 

Un viaje «martiniano»

El jueves 24 de enero Mayte Martín clausuró el IV Catalunya Arte Flamenco estrenando el espectáculo “Por los muertos del cante”. Fue en la cúpula de las Arenas, en Barcelona, escenario incómodo y desabrido, que la cantaora enseguida convirtió en refugio. Había avisado de que haría algo muy personal, y se le notó a Mayte que estaba nerviosa. No en la voz, que manejó como siempre o quizás mejor, pero sí en los gestos y en la mirada. 

Empezó con Los Campanilleros y el golpe fue brutal. Todo se convirtió en piedra. Nadie esperaba que fuera a empezar por ahí, pero la estocada fue de rendición. Mayte cantó casi llorando, subiendo  y bajando a voluntad. Ella, siempre elegante y más bien dulce, se quebró, se quejó, casi lloró con ese inicio. Y lo hizo de pie, rindiendo homenaje a los muertos que estaba a punto de resucitar. Empezó con La Niña de la Puebla y siguió con unas peteneras, que aunque a Martín se las enseñó su padre, trajeron al mismísimo Chacón desde la tumba.

Ven acá remediaora
y remédiame mis males
que si tú no los remedias,
no me los remedia nadie.

Resurrección multitudinaria

Con cada palo recordó a unos cuantos maestros, porque al llegar a los tientos se recreó e invocó a Pastora Pavón y de nuevo a Chacón, y para el remate por tangos se trajo del más allá a la mismísima Repompa. Mayte soltó lastres, empezó a disfrutar y se la vio divertida y zumbona. Luego se ‘valderramó’, y le cantó a Juanito emulando toda la suavidad y el vaivén que él le daba a sus cantes. Y lo hizo por guajiras y como si fuera fácil. 

Mayte se fue de un extremo a otro, le cantó a Andalucía, a Antonio Machín y a Atahualpa Yupanqui. Se puso republicana cantándole al puente de Triana y sus banderitas y después entonó a la perfección el Romance de la Reina Mercedes. Puso a cantar a sus hombres, sin micro y con respeto, evocando a Enrique Morente y echándolo tanto de menos…

Amante, amante, 
hasta las pestañas me estorban
para mirarte.

También cantó bulerías y fandangos y sorprendió al acabar su particular viaje por sevillanas, en una ofrenda deliciosa al singular Manuel Pareja Obregón. 

Quijotesca o martiniana

Martín ha hecho una apuesta absolutamente íntima y personal. Con este viaje, ha iniciado una ruta que la ha llevado Mayte adentro, a su historia, a su gusto, a charlar de tú a tú con los que le enseñaron algo que valió la pena. Un envite quijotesco, o tal vez martiniano, que la metió en un camino que la ha devuelto crecida.

Se acompañó de escuderos leales y puros: un Chico Fargas comedido en sus tañidos y un José Luis Montón imponente a  la guitarra, como Juan Ramón Caro, que lee en la cantaora sin ni siquiera mirarla. Todos le ayudaron a hacer algunas filigranas poco añejas y de impecable gusto, demostrando que todo puede hacerse si se hace bien.

Mayte no cogió ni un atajo, ni un camino limpio, ni una sola trocha. Se metió en el barro, se ensució las manos, se vistió de negro y no se volvió loca, no: se convirtió en molino, se convirtió en gigante. Como artista, Mayte Martín, nunca hace nada fácil, pero anoche además, se desnudó del todo. Y al final el público, enternecido hasta el tallo, la cubrió de voz al cantar con ella Los Campanilleros en voz bajita, como rezando, para cerrar el círculo.

Chico Fargas se limpiaba una lágrima al acabar el bis. Y doy fe de que no fue el único.

 


 

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