Ficha artística. Espectáculo: Tempo Rubato. Voz: Mayte Martín. Festival Flamenco On Fire. Fecha: 21 de agosto de 2018. Lugar: Auditorio Baluarte de Pamplona. Aforo: Dos tercios.
Sara Arguijo
Al principio están las risas, las rabietas por no conseguir de forma inmediata lo que se desea y algún que otro llanto desmesurado que se frena en cuanto acude una mano dispuesta a atender la súplica o el sueño vence. Y fin. Entonces, uno se enamora y experimenta la locura de querer, el éxtasis, el descontrol que supone sentir en segunda persona. Luego eso se rompe y de golpe tomas consciencia de qué es la vida.
El desamor es el primer sentimiento que te coloca en tu sitio. El más arrollador, el más intenso, el que más humaniza y el que más inspira. También el más íntimo, el que más nos retrata.
Por eso, Tempo Rubato, el “diario sonoro” que recoge en forma de canciones la biografía sentimental de Mayte Martín y con el que abrió este martes el Festival Flamenco On Fire, sea probablemente su propuesta más personal. Porque la artista se abre en canal y deja de par en par las puertas de su habitación para que el público la acompañe en su soledad, se acueste en su cama y le abrace si hace falta. Mostrando su vulnerabilidad sin complejo alguno.
Un exquisito trabajo de orfebrería emocional y musical donde Mayte está presente de manera inevitable en la trastienda de cada verso, en los quejíos dolidos, en esas notas suspendidas que ya no aspiran alcanzar nada…
Una obra impecable de delicadeza extrema en la que los siete increíbles músicos que la acompañaban fueron derramaron sensibilidad y buen gusto en cada canción, ofreciendo la intensidad exacta en cada melodía y generando un climax de maravillosa congoja.
El “dibujo”, como la propia catalana describió, lo pintó sobre el escenario una Belén Maya profunda, creativa, tierna e inspirada que regaló preciosas piezas de baile en las que la voz de Mayte parecía escucharse a través de sus manos y de su cuerpo.
Especialmente emotiva fue su interpretación del tango Sus ojos se cerraron, de Gardel, en el que la tensión que transmitió la bailaora electrificó al patio de butacas; o de la canción Si te he visto no me acuerdo, donde su bata de cola parecía liberar lo peor de este mundo y arrastrar para sí sólo la belleza.
Y así, en este ambiente de absoluta complicidad –“anda que os vais a ir contentos a casa”, bromeó –, Mayte Martín fue desgranando su repertorio vital con momentos, como los de No me maltrates la vida, Música de mi locura o Antes de ti, que arañaron lo más hondo y exigían tragar saliva.
De flamenco, para quienes lo estén esperando, en esta obra no hay nada, más que lo que Mayte Martín lleva pegado a su garganta. El pellizco de su voz, la verdad de su cante y su manera de contar. Por eso, inteligentemente, agradeció al festival por “haber considerado que lo que haya de flamenco en este álbum, que soy yo, es digno de estar esta noche aquí”. Y nosotros nos alegramos si sirve para que conozcan a esta mujer y se introduzcan de su mano a lo jondo.
Del desconsuelo al fulgor
Tras la actuación de Mayte Martín en el Baluarte, el Ciclo Nocturno se inauguró en la sala del Hotel Tres Reyes con la bailaora Gema Moneo, quien entusiasmó a los asistentes con su baile temperamental y salvaje.
Una propuesta visceral, quizás demasiado improvisada, en la que a la jerezana se le vio a ratos excesiva y acelerada, poniendo el epicentro en los pies y olvidando la búsqueda serena del equilibrio. Aun así, el público aplaudió su garra y su fuerza flamenca.
Fotografías Mayte Martín & Belén Maya. (Fotos: Rafael Manjavacas)
Fotografías Gema Moneo (fotos: Rafael Manjavacas)